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Juan Antonio es el mayor de los cinco hermanos Coloma Correa. Su papá fundó un haras y desde entonces los caballos y el campo han sido la pasión y la fuerza aglutinadora de la familia.

También la fe los ha unido, ya que de niños eran vecinos de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vitacura y él participaba en todo, siendo en una de las reuniones juveniles donde a los 16 años conoció a Cecilia, su primera polola y esposa hasta hoy.

Se casó joven, a los 22. A los 29 ya tenía cinco de sus ocho hijos y una vida profesional como abogado en la oficina de su padre. Sin embargo, su camino no era ese, se había definido años atrás en el primer año de Derecho de la Universidad Católica.

En entrevista con CNN Íntimo, Juan Antonio Coloma Correa, actual Presidente del Senado, conversó sobre su visión de la política, lo que vivió durante la dictadura militar y lo que ve para el futuro del país.

FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO

Inicios en la política

Su camino en la política parte de una tradición familiar marcada por su abuelo, Juan Antonio Coloma Mellado, quien fue presidente de la cámara y murió de un infarto haciendo campaña.

“Mi bisabuelo también. Ahora entiendo (…) por qué mi papá, que le encantaba el tema público y me ayudó mucho, nunca quiso mucho que me dedicara a esto. Él tenía 29 años y tuvo que hacerse un poco cargo de una familia cuando su padre murió”, cuenta.

En la universidad, su primera clase fue con Jaime Guzmán, quien marcó a toda su generación y con quienes fundó el movimiento gremial. Fue presidente de la FEUC y participó en el acto en el cerro Chacarillas en 1977 junto al general Pinochet.

Respecto a Chacarillas, afirma que “fue una convocatoria a tener una nueva Constitución (…) Su sentido fue generar un marco constitucional”. “Era tratar de decir ‘en esta encrucijada debemos tener un camino y ese camino era el de la democracia'”.

Fue durante ese mismo año, 1977, en que comenzó a integrar el Consejo de Estado y participó en la gestación de la Constitución Política que fue plebiscitada en 1980.

¿Cuándo empezó a cambiar su imagen de Augusto Pinochet?
Si algo no debemos repetir nunca más es un 10 de septiembre. O sea, llegar a un escenario de enfrentamiento brutal, donde todo el mundo andaba armado, había un grado de belicosidad, rabias, era un caos, y yo pienso en cómo tuvo que estar el país para que agosto del ’73 la Cámara de Diputados hiciera ese proyecto de acuerdo increíble.

Coloma se refiere al acuerdo, firmado por la Cámara Baja, que denunciaba el quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República bajo el Gobierno de Salvador Allende. “Creo que en esa lógica eso que ocurrió era inevitable. Desde mi perspectiva creo que se hizo un trabajo muy relevante de recuperación”, afirma.

—¿Cómo vivía usted esa contradicción?, ya que se comenzaron a cometer violaciones a los derechos humanos y usted es católico.
Las cosas fueron evolucionando en el tiempo. (…) Lo que hicimos fue tratar de hacer que las cosas cambiaran por dentro y cambiaran de verdad. El mismo Jaime Guzmán, que fue el que nos conducía en esta materia, fue amenazado varias veces por tratar de (hacer) entender que los procesos tenían que ser con respeto a los DD. HH. y en afecto a la democracia.

—¿Jaime Guzmán fue amenazado por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA)?
Sí, y varias veces, no una vez. De repente, uno tiende a caricaturizar como diciendo que había cero responsabilidad, pero no, había mucha responsabilidad.

Hay algo que hubiera hecho distinto de esa época.
Hubiera hecho muchas cosas distintas en mi vida porque uno tiene que ir aprendiendo. Yo siempre desconfío de los que dicen ‘yo haría todo igual’ (…) Es valioso que uno vaya en un proceso de aprendizaje y creo que el espíritu cristiano está justamente en eso también. Todos aprendemos y por eso muy importante tener sentido de humildad en el sentido de que todos podemos cometer errores.

Dilemas

En la UDI, donde ha sido secretario, vicepresidente y presidente, ha enfrentado momentos duros como el asesinato de Jaime Guzmán, el escándalo de las facturas falsas del caso Penta y el reconocimiento de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Sin embargo, junto al entonces diputado Gabriel Boric, lograron lo que garantizó el camino hacia un nuevo proceso constituyente: el “Acuerdo por la Paz” del 15 de noviembre.

¿Cómo recuerda el disparo a Jaime Guzmán?

Es de los días más dramáticos de los que tenga recuerdo y fue hace hartos años, pero es como si fuera ayer (…) Me llamaron y ahí se me paró el corazón, quede estupefacto. El doctor hizo pasar a los más amigos, así que lo pude ver para despedirme cuando ya estaba en una camilla, que es algo que mi me cuesta recordar.

—Era el primer año de democracia…

—Fue brutal y nosotros intuimos al tiro que lo que se estaba haciendo era tratar de destruir el proceso democrático.

—Otro hito, el acuerdo del 15 de noviembre. Ahí dice el mito que lo logró usted en la entrada de un baño con el diputado Boric…

—Fue una tarde bien increíble. (…) Yo tenía claro que aquí había un grupo de personas que querían botar el Gobierno. Me llamó la presidenta del UDI, Jacqueline Van Rysselberghe con Ena von Baer que estaban a cargo y me dicen ‘aquí va a haber un acuerdo entre todos los actores políticos para generar un nuevo escenario constitucional’.

“Me llaman de nuevo, me piden ayuda, me dicen que está todo listo, que vamos a llegar a un acuerdo para hacer un cambio constitucional. (…) Se iba a firmar y quedó la escoba porque se pusieron a pelear todos con todos, la izquierda tuvo problemas entre ellos y al final no había solución y yo veía que esto estallaba por todos lados. Me encontré con el diputado Boric y en eso estábamos igual de amargados”, sinceró.

En esa línea, agregó que el ahora mandatario “trató de buscar un acuerdo, pero después fue desautorizado por su partido. (…) Ahí conversando, él me dice que lo más importante es que haya un plebiscito de entrada y yo le digo que lo más importante para nosotros es que las decisiones se tomen por 2/3. Finalmente, se llegó a un acuerdo“.

—Usted tiene esperanza de que en este proceso si se llegue a ese texto…

—No está fácil. Sería un problema grande, partiendo por el Gobierno, que tenga un segundo fracaso en un plebiscito, sería muy complejo (…) Yo digo en qué momento vamos a tener otro escenario en donde, después de vivir lo que hemos vivido (…) seríamos el único país del mundo que enfrentó una crisis grande de democracia con más democracia, y creo que no hay mejor momento para poder llegar a un texto minimalista, que tiene borde, que ha tenido expertos…me cuesta pensar un mejor momento como país donde podamos llegar a un acuerdo importante para largo tiempo.

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