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Luego de meses solicitándolo, un equipo de CNN entró al laboratorio que desarrolló la vacuna contra el COVID-19 en Rusia.

El recinto ubicado en Moscú tiene todas las instalaciones necesarias para el testeo de “Sputnik 5”, nombre del que sería el antídoto contra el coronavirus.

El trabajo del Instituto Gamaleya, una instalación gubernamental rusa, llevó a una vacuna cuestionada en occidente debido a que las pruebas y análisis de efectos secundarios tomarían más tiempo que lo logrado por Rusia.

Vladimir Gushchin, director del laboratorio del Instituto Gamaleya, asegura que esta es una vacuna contra el coronavirus totalmente funcional. “El equipo es uno de los secretos, la plataforma es otro“, comenta Gushchin.

“¿Cuál es el secreto? Es que el equipo está realmente comprometido con este proceso. Muchas empresas farmacéuticas hay distintos proyectos del que uno participa, pero aquí uno se concentra en esta tarea especial”, añade el director del laboratorio.

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Este es uno de los laboratorios de investigación de vacunas más exitoso de Rusia. Pero en el apuro por crear “Sputnik 5”, críticos señalan que el Instituto Gamaleya ha abandonado la práctica científica normal, además de saltarse pruebas a gran escala en humanos, previo a su aprobación se usaron soldados rusos como ‘voluntarios’ en pruebas preliminares. Incluso el director del instituto se inyectó a sí mismo y todo su equipo.

El mundo está en guerra contra el COVID-19, y debemos usar todos los medios para defendernos“, dijo Alexander Gintsburg, director del instituto que incluso se inyectó a sí mismo y todo su equipo con la vacuna.

Sobre haberse saltado una etapa de la investigación científica, Gintsburg aseguró: “Quizás deberíamos preguntarles a los familiares de aquellos que murieron por COVID-19 si hubieran preferido que esperáramos a que se complementaran las pruebas de la fase 3 o vacunar a sus seres queridos con una vacuna que ha demostrado brillantes resultados preliminares, la respuesta es obvia”.

Podría tener razón, y que la vacuna rusa sea la solución a una pandemia que ha dejado más de 1 millón de fallecidos y sobre los 35 millones de contagios. Pero de no serlo, reputaciones y vidas podrían quedar arruinadas.

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