Por Matilde Burgos
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El 11 de marzo de este 2018 asumió como diputado de la República. Su madre, quien fue testigo de ese momento, probablemente nunca imaginó que el niño que vio nacer sin un brazo y sin sus dos piernas, superaría con creces esa falta.

No solo juró como parlamentario, sino que también constituyó una familia y es un orgulloso padre de tres niños. Es dueño de un carácter fuerte, de un humor negro y de una voluntad a toda prueba.

Francisco Undurraga Gazitúa, diputado y vicepresidente de Evópoli, conversó con Matilde Burgos en CNN Íntimo sobre el accidente que tuvo su madre, el rol que cumple su familia en su vida, su ideología política y el desafío de Chile con la inclusión.

—Acabas de publicar el libro Todos somos discapacitados que cuenta tu historia.
—Exactamente, mi vida desde el minuto del accidente automovilístico que tuvo mi madre, que en el fondo determinó mi historia.

—¿Por qué quisiste contarla?
—La verdad es que esto tiene varias cosas que para mí son súper relevantes. Primero, el orgullo de haber vivido mi vida como la he vivido. Segundo, durante la misma en muchas etapas gente me ha pedido que los ayude, que dé charlas no solamente de rehabilitación o de discapacidad, sino que también de emprendimiento. Sentí que haber logrado ser diputado, haber logrado formar la familia que formé, también merecía explicarle a la comunidad, al menos, de donde yo venía.

—¿Cómo parte la historia?
—Parte en el mes de enero de 1965 cuando mi madre yendo por Providencia, no sé si por Lota o por la calle Holanda, en auto de copiloto cruza una calle y chocan ese auto. La llevan de urgencia al Hospital del Salvador y le preguntan si estaba embarazada, tenía dos o tres semanas de gestación, pero en ese entonces las mujeres no sabían exactamente cuándo quedaban embarazada. Le pusieron una manta de plomo y los rayos X de las radiografías quemaron el feto, lo que permitió que me desarrollara con muñones y piernas, pero sin extremidades y un brazo.

—Para ella fue una sorpresa en el parto, porque tampoco había ecografía que mostraran cómo venía la guagua.
—Para ella y para toda mi familia.

—¿Cuándo te diste cuenta de que eras distinto?
—Me di cuenta mucho tiempo después. En términos de conciencia real, en la pubertad. Antes de la pubertad tuve la suerte de tener una familia que no me sobreprotegió. Tuve buenos vecinos que me hacían participar, evidentemente no podía correr como ellos o andar en bicicleta. Sí nadé, sí anduve a caballo. Entré al colegio y seguramente la primera semana, ya no lo recuerdo, hubo un cierto malestar y curiosidad respecto al tema. Pancho era una persona así, así como había un gordo, un colorín, había un manco y cojo en la clase.

—¿Te hacían bullying?
—En esa época el bullying era aceptado, era absolutamente normal.

—La relación con tu señora fue un flechazo. Ella tenía 22 años…
—Ella tenía 22 y yo 27, más o menos. Nos conocimos en otras condiciones. Ella ya me había conocido porque Felipe Camiroaga me entrevistó en Extra Jóvenes y me vio, entonces ya sabía mi historia. Cuando la saqué a bailar ya no había nada qué explicar.

—¿Qué fue lo que determinó que las piedras que pudieran haberse convertido para cualquier niño, porque todos los niños quieren ser iguales, se convirtieran en esos cohetes?
—En mis padres, la voluntad de mis padres, la valentía de mis padres. Siempre he dicho que en mi historia, y lo digo en el libro, los grandes héroes son mis padres. Sin mis padres, por mucho que la base la hubiese tenido en términos de inteligencia y todo lo demás, yo no habría llegado ni a la esquina. Mis papás son las personas que se la jugaron por incluirme, no solo al interior de la familia, sino que además me sacaron, me obligaron a ir al colegio, me trataron y me exigieron buscando los máximos potenciales que yo tenía.

—¿Nunca recriminaste a tu mamá?
—No. ¿Por qué la iba a tener que recriminar si fue un accidente? Yo tengo una ventaja en comparación con varios discapacitados que adquieren discapacidad física producto de accidentes. Yo, en el fondo, no solo me siento normal, mi vida desde que nací es la misma en términos que tengo estas dificultades, discapacidades físicas (…) no perdí capacidades, sino que adquirí más capacidades dadas mis discapacidades.

—En la Teletón tuviste un rol bien preponderante en motivar a la gente, llamarla duramente con las palabras que tú usaste, porque esta vez fue distinto. ¿Qué paso con la Teletón este año? ¿Cómo ves tú la proyección de la Teletón?
—Pasaron varias cosas. La primera es la típica que los chilenos dejamos todo para el final. Lo segundo que pasó es que, si bien la Teletón ha hecho un esfuerzo tecnológico para comunicar a través de las diferentes plataformas, el rating del programa cayó bruscamente en relación con lo que venía, entonces menos gente vio la Teletón al menos por las vías formales.

—¿Hubo mucho chaqueteo en las redes sociales?
—Instagram es súper amoroso y Twitter es muy cargante. Pero la verdad creo que lo importante no es que se llegue a la meta, sino que lo que pasa después de llegar a la meta (…) La inclusión en este país es gracias a la Teletón. A pesar de las críticas que el Estado debería hacerse cargo, no es el Estado, es la sociedad la que tiene que hacer inclusión real en el mundo de la discapacidad y la discapacidad no es solamente física, es auditiva, de ceguera, también es mental.

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“Soy muy liberal”

—El pasado 5 de octubre fuiste a una celebración del triunfo del NO que estuvo muy politizada, muy polarizada y te trataron bastante mal.
—Era un grupo muy pequeño de personas que probablemente no conocía mi historia.

—Entonces, ¿cuál es tu historia? ¿Por qué celebraste el triunfo del NO?
—Porque voté que NO. Trabajé porque ganara el NO. Soy una persona profundamente democrática, por algo me atreví a presentarme como diputado, y creo que lo mejor que le pasó al país en los últimos 30 años fue haber recuperado la democracia, para la ciudadanía entera y generaciones que no votaron. La democracia es algo que nosotros no podemos perder y eso lo tenemos que valorar todos los días.

—Celebraste con tu familia.
—Celebré con mi familia. Mi familia no era de derecha, de hecho, mi abuelo fue presidente del Partido Conservador Social Cristiano, que después se juntó con la Falange y se convirtió en la Democracia Cristiana. Nuestra historia es más bien demócrata cristiana.

—¿Qué significaba Pinochet en esa época para ti?
—Un dictador. Tan claro como eso.

—¿Define a las personas, más allá de la política, haber apoyado a Pinochet?
—Como en todas familias, normalmente en Chile, había gente de izquierda y gente de derecha. Fue una historia que definió al país en general.

—¿Te llama la atención que 30 años después, el 5 de octubre pasado, se hubiera revivido las mismas odiosidades de esa época?
—Me duele. Es una etapa de la historia del país que no hay que olvidar, para nada, con la cual nosotros tenemos que vivir y construir hacia adelante. Pero en este país todavía hay O’Higginistas y Carreristas. Todavía hay Balmacedistas y contra Balmaceda. Este es un país que se define o le gusta definirse mucho entre el blanco y el negro y hay una gama entremedio muy maravillosa de colores.

—En la que está Evópoli. ¿Por qué nace Evópoli? ¿Por qué te fuiste más a la derecha en lo que fue tu familia?
—He sido una persona que siempre he creído en la libertad. Soy muy liberal. Siempre he creído en la adultez y creo que este país merece ser tratado en forma adulta y no solamente por decreto. La libertad no es solamente una consigna política, sino que tiene que ser una realidad. Yo también creo en la libertad económica, creo en el emprendimiento, en que el Estado tiene que ser uno al servicio de las personas y no la ciudadanía al servicio del Estado. Creo en un Estado facilitador, defiendo que el Estado tiene que regular. Yo soy pro mercado, pero no soy pro empresa.

—¿Felipe Kast sigue siendo la carta presidencial de Evópoli?
—Es la carta presidencial. Es un líder natural nuestro, evidentemente, pero levantar la campaña presidencial hoy en día es inoficioso.

—Te lo pregunto como político y publicista: ¿cómo se diferencia Felipe Kast de su tío, que es muy, muy distinto? ¿Le puede jugar en contra el apellido?
—Lo que le juega más a favor a Felipe Kast, en relación con su tío, es su coherencia.

—Pero ¿cómo se diferencian en la papeleta para la gente?
—Bueno, nosotros tendremos que ser lo suficientemente inteligentes para no solamente mostrar a un personaje, sino que dar a conocer lo potente que es Felipe Kast, lo profundamente democrático, comprometido, lo preparado que está para ser presidente de la República y es un trabajo, quizás, doble. Pero ¿quién dijo que en política la vida era fácil?

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El desafío pendiente

—Hablemos de inclusión laboral. Es un proyecto que estás liderando en el tema de las capacitaciones para las empresas, porque las empresas que no se capacitan no sirve de nada que tengan esta cuota de inclusión.
—Lamentablemente tuvimos que llegar a una cuota de inclusión por ley porque la sociedad no fue capaz de reaccionar. Eso hay que decirlo y dejarlo claro. Hay una ley hoy día que tiene muchos beneficios para los discapacitados y que tiene beneficios en el clima laboral al incorporar a discapacitados (…) La ley que fue bien intencionada adolece de algo que para nosotros es súper importante: no podemos incluir una persona porque la ley me obligue, sino que tenemos que generarle los espacios, las contenciones y las dinámicas al interior de las empresas para que la inclusión sea real (…) en el mundo se ha probado que los discapacitados somos más responsables, nos enfermamos menos, mejoramos los climas laborales y, además, mejoramos los climas productivos de las empresas.

—Se da la paradoja que legislando sobre eso si tú estuvieras en una silla de ruedas en el Congreso no podrías llegar a legislar.
—Bueno, eso es una vergüenza. Ya lo vivimos el 11 de marzo con el presidente de Ecuador, que hubo que entrarlo por la puerta de atrás por un montacargas. Una vergüenza para el país. Eso es el reflejo que este país todavía no ha incorporado la inclusión en su esencia, en su ADN y eso es lo que tenemos que hacer. Tenemos que incluir no sólo a las personas con diversidad sexual, sino también a personas que tienen discapacidades, a los pueblos originarios. Nosotros como país hemos trabajado por igualarnos y ser más o menos parecidos y yo creo que lo que nosotros tenemos que hacer es dar vuelta ese eje y trabajar sobre la diferencia. Cuando yo acepte tu diferencia y tú aceptas la mía, podremos construir de verdad un mejor país.

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