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Este jueves se concretó la histórica cumbre entre el presidente ruso Vladímir Putin y el dictador norcoreano Kim Jong-un, reunión que estuvo centrada en la camaradería y la sintonía que tienen ambos líderes, históricos aliados de la época de la Unión Soviética.

Tras el fracaso en la cumbre que sostuvo el líder norcoreano con el presidente de Estados Unidos, Donald Trum, en Vietnam, Putin aprovechó de tomarse el protagonismo en este proceso histórico.

El mandatario ruso respaldó la desnuclearización de Corea del Norte, pero también señaló que Pionyang “necesita garantías de su seguridad y soberanía”.

Por su parte, el dictador norcoreano comentó: “Hoy tuve conversaciones significativas y sinceras con el presidente Putin sobre el desarrollo de las relaciones amistosas entre Corea del Norte y Rusia, así como para garantizar la paz y la estabilidad en la península coreana y en la región. Tenemos intereses comunes en asuntos internacionales“.

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Amistad histórica

Durante la Guerra Fría, Corea del Norte y Rusia fueron aliados irrestrictos, pero en la década de los ’90 esa relación decayó, retomándose en el 2000, cuando Putin llegó a la presidencia.

Actualmente Corea del Norte tiene más relación con China. De hecho, el 90% de su comercio es con el gigante asiático.

Es por eso que la cumbre sostenida esta semana representa más bien una relación simbólica. No hubo ningún anuncio concreto respecto a cómo va a ayudar Rusia en el proceso de desnuclearización que está llevando a cabo Corea del Norte con EE.UU.

Actualmente en Rusia trabajan alrededor de 10 mil trabajadores norcoreanos que a fin de año tienen que retirarse porque están rigiendo las sanciones económicas contra Corea del Norte.

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