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El asesinato de Erica Hagan se transformó en el crimen perfecto. No lo por la acción de un escurridizo homicida, sino por lo desprolija de la investigación de la Fiscalía y la Brigada de Homicidios, deficiencias que la madre de la joven psicóloga estadounidense ha recopilado durante estos 6 años.

En conversación con CHV Noticias, Regina O’Neal aseguró que si bien no tiene claridad respecto a quién pudo haber sido el o los asesinos de su hija, aún “hay muchas preguntas sin responder”.

Fue la noche del 5 de septiembre de 2014 que Erica fue asesinada al interior de uno de los departamentos del Colegio Bautista de Temuco. En ese momento la Fiscalía apuntó al rondín del colegio, Domingo Cofré, como principal sospechoso del crimen.

Según planteó el órgano persecutor, fue con un atizador que Cofré mató en ese momento a Erica. Sin embargo, en este elemento no se encontró sangre de la víctima, pero sí células epiteliales del rondín y otras dos personas.

Los imputados

La psicóloga llegó hasta Temuco para colaborar con la enseñanza de inglés. El viaje fue gestionado por la profesora Marta Muñoz, quien junto a su esposo Harold y su hijo Esteban Gutiérrez acogió varias veces en su hogar a la joven estadounidense.

Quizás alguien del colegio, quizás alguien de la familia… No lo sé”, dice la madre.

En el lugar del delito se encontró un boleto de la Línea 5 de buses Labranza, localidad donde vive Manuel Pérez, ex guardia del colegio. En 2002, fue investigado por el crimen de la joven Pamela Zúñiga, pero no se halló al culpable.

En el caso de Erica, el inspector de la PDI Alexis Díaz lo descartó como sospechoso. La carpeta investigativa, sin embargo, no da cuenta de diligencias o peritajes que sustenten dicha decisión.

Para el rondín Cofré bastó una hoja seca para vincularlo al brutal crimen.

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Ajuste de cámara

La investigación de la PDI dio cuenta de que Cofré había dejado la caseta de vigilancia justo en el momento en que se había cometido el crimen, luego que una cámara que apuntaba al sector así lo demostrara.

Pero estas imágenes no correspondían a la hora real. El inspector Díaz había instruido al perito Jorge Guzmán que ajustara la hora en una hora y dos minutos. “Se me solicitó realizar ese ajuste en base a algún método utilizado por ellos. Desconozco el método utilizado”, dijo Guzmán.

El peritaje correcto habría dado cuenta de que Cofré estaba al otro lado del colegio cuando se cometió el asesinato.

En conversación con CHV Noticias, el hombre -hoy sobreseído del caso- cuenta que durante una de las rondas sintió un olor a humo en el inmueble de Erica. “Toqué la puerta varias veces. Pregunto si está todo bien y de adentro me responden que sí, todo bien. Era una voz masculina, no gruesa”, afirma.

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Hallazgo de Erica

Al día siguiente del crimen el agua que corría inundando el colegio alertó a los funcionarios. Llamaron a la profesora Marta y ella le avisó a su esposo Harold, quien acudió al lugar y fue el primero en ingresar al inmueble a través de una ventana.

¿Por qué no fue directamente al baño para cerrar el agua y luego ir a buscarla? Ella se encontraba ahí. Así que para mí, el ir a las habitaciones, a los dormitorios, a sala de estar, realmente no tiene sentido para mí”, comenta Regina O’Neal.

Así, Harold entró al baño y encontró el cuerpo cubriéndolo con la cortina. “Cuando uno se enfrenta a este tipo de cosas no piensa en nada malo“, dijo Gutiérrez al ser consultado por un equipo de CHV Noticias.

Un peritaje realizado por el subcomisario Claudio Medel descartó que una huella se encontrara en el marco de la puerta de acceso al dormitorio fuera de uno de los imputados. La defensa de Cofré nunca tuvo acceso a los informes, hasta que de manera fortuita supieron que se trataba del pulgar de Harold Gutiérrez.

Asimismo, Fiscalía explicó que la sangre de la víctima hallada en ambas zapatillas de Gutiérrez se encontraba allí porque “la persona que usaba las zapatillas fue la primera en ingresar al sitio del suceso, que estaba inundado con agua mezclado con sangre de la víctima“, dijo Daniela San Martín, vocera de la Fiscalía de Temuco.

Sin embargo, aún cuando lo más lógico sería que el agua en la tina también arrojara positivo, ni siquiera se pudo extraer su ADN por estar demasiado diluido. Las zapatillas de Harold, en cambio, tenían sangre en la planta y en el empeine.

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Fuera del radar de Fiscalía

Antes de ser de Harold, las zapatillas habían sido utilizadas por su hijo, Esteban Gutiérrez, situación que confirmó ante tribunales.

El día del crimen, la joven estadounidense no había querido ir al gimnasio junto a Esteban. Imágenes que le ven saliendo del recinto dan cuenta que sus pantalones eran claros, aún cuando él declaró haber usado unos negros ese día.

Herbert Riveros, jefe de la Brigada de Homicidios de aquel entonces, llamó al imputado a las 22:44 del 9 de septiembre. Casi una hora después, Estaban lo llamó a él. Pasada la media noche llegaría el equipo de detectives a su domicilio a pedirle las vestimentas que usó el día del crimen.

“También es posible que la familia pudiera haber tenido alguna relación con el oficial de policía, y que ese policía los hubiera llamado y alertado, y que los mantuviera actualizados de lo que estaba sucediendo con el caso”, asegura la madre de Erica.

Fiscalía descartó como evidencia una receptación telefónica en la que la pareja de Estaban en ese momento sospecha de su participación en el homicidio. “¿No fuiste tú cierto?”, consulta su pareja, a lo que tras algunos segundos de silencio Esteban contesta “¿por qué me haces esa pregunta?”.

Durante esas semanas el principal sospechoso seguía siendo Domingo Cofré. Su peritaje psicológico y psiquiátrico daban cuenta que era un hombre tranquilo y amable, mientras que el de Esteban nunca se conoció.

Se me hizo peritaje psicológico, peritaje psiquiátrico“, afirmó Esteban al ser consultado por CHV Noticias. Sin embargo, entre las más de 1.800 páginas que componen la investigación no se encuentran dichos análisis.

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Cabos sueltos

Robinson Soto fue la última persona que estuvo junto a Erica Hagan. De lo planteado por el sujeto se infiere que Fiscalía ya había descartado a priori a algunos imputados.

El día del homicidio, Érica prefirió salir con él y no acompañar a Esteban al gimnasio. No habrían existido peritajes a sus aparatos tecnológicos ni a sus vestimentas, a pesar de su similitud física con un sujeto que está fuera del departamento de Erica a las 21:15.

Esta persona dialogaba con alguien al interior de un vehículo con luces intermitentes, permanece por un par de minutos y luego se retira. A esa hora Esteban regresaba del gimnasio y Harold salía de un supermercado, donde había sido enviado por su esposa Marta para comprar esmalte de uñas para Erica.

El crimen ocurrió entre las 21:15 y las 22:30 de ese día.

Todas esas cosas que no se investigaron hacen necesaria la posibilidad hoy día de reabrir el caso“, comenta Luis Felipe Romero, abogado defensor de Domingo Cofré.

A la quema de restos biológicos con sangre humana sin analizar y que pudo pertenecer al homicida, no sólo se sumó la pérdida del reloj de Erica en la cadena de custodia, pues uno de los hechos más graves tiene que ver con la contaminación de una muestra de ADN de Erica.

“El perito en su estudio explica que esto pudo haberse ocasionado por actos como hablar, estornudar o incluso actos involuntarios como rascarse la nariz o la cabeza“, explicó la vocera de Fiscalía de Temuco.

Esta muestra tendría rastros de ADN de la subinspectora de la PDI, Daniela Sagredo, quien no participó del levantamiento de esa muestra. “Era algo que a lo menos debió haber sido investigado”, agrega Romero.

La PDI declinó referirse a estos antecedentes, recopilados por la madre de la víctima y expuestos al fiscal nacional Jorge Abbott, quien no ha respondido a su requerimiento para reabrir el caso que hasta la fecha permanece en la total impunidad.

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