En 2013, la expresidenta regresó desde Nueva York a asumir el desafío que terminó en victoria y su segundo mandato. Doce años después, su decisión fue por el camino opuesto.
La frase fue tan icónica que se convirtió en memes y hasta en uso para la conversación del verano. “Hablemos en marzo”, decía Michelle Bachelet, entonces directora ejecutiva de ONU Mujeres -organismo del que fue su primera líder-, al regresar a Chile para las vacaciones de fin de año en diciembre de 2012.
La expectativa ahí era la misma que se daría casi 12 años después: conocer la decisión de la expresidenta sobre si postularía a la Presidencia de la República. En esa ocasión, las elecciones eran a fines de 2013, y Bachelet aparecía con distancia como la candidata favorita.
En 2013 y 2025, Bachelet terminaría “hablando en marzo”. Las resoluciones en ambos casos serían diferentes, pero con un denominador común: la espera de la centroizquierda chilena por la definición de la que ha sido su figura consular en las últimas dos décadas.
2013: Un desembarco sin partidos
Michelle Bachelet había dejado la Presidencia en 2010 con altísimos índices de popularidad. El manejo de su gobierno en medio de la crisis económica subprime que se desató en 2008 hizo que la mandataria finalizara con números que, en algunos sondeos, superaban el 80%. Y aunque Sebastián Piñera se impuso a Eduardo Frei para asumir en La Moneda como su sucesor, había escasas dudas de que la exmandataria partía con mucha ventaja si es que quería regresar a la Presidencia cuatro años después.
Por eso, todos sus pasos se escrutaron para detectar posibles señales en esa línea. Cuando hacia fines de 2010 asumió en ONU Mujeres, los análisis apuntaban a si Bachelet buscaba una carrera en organismos internacionales que podría llevarla hasta la Secretaría General de Naciones Unidas, o si el rol le permitía mantener su imagen en Chile sin tener que referirse permanentemente a la contingencia.
En las elecciones municipales de 2012, las primeras bajo el sistema de inscripción automática y voto voluntario que el gobierno de Bachelet había impulsado, una carrera fue mirada con especial atención: la de Carolina Tohá contra el entonces alcalde Pablo Zalaquett en Santiago. En la denominada “madre de todas las batallas”, los gestos de quien entonces era una de las figuras políticas más cercanas a la exmandataria también eran decodificados con lupa para entender qué señales daban respecto a Bachelet: por ejemplo, el hecho de que hiciera campaña con un díptico lenticular que tenía las caras de Tohá y la exmandataria.
En ese entonces, todos los elementos apuntaban a que muy posiblemente Bachelet competiría. El 16 de marzo de 2013, su renuncia a ONU Mujeres anticipó lo que se concretaría menos de dos semanas después: el 28 de marzo de ese mismo año, la expresidenta regresó desde Nueva York y lanzó su candidatura en un acto en El Bosque, sin la presencia de los partidos políticos del oficialismo, que tendrían un rol muy secundario en su campaña.
Bachelet se impondría en tres elecciones ese año: la primaria interna oficialista, en que compitió contra José Antonio Gómez, Claudio Orrego y Andrés Velasco; la primera vuelta, en que logró la primera mayoría entre nueve candidatos, y finalmente la segunda vuelta, donde derrotó a Evelyn Matthei, la candidata de la oposición, por 62,17% contra 38,83%.
2025: Una negativa que se mantuvo
Doce años después, varios elementos mantenían la expectativa alta. Primero, el hecho de que Bachelet es la candidata del oficialismo que mejor marca en las encuestas, apareciendo en los últimos sondeos con ventaja con respecto a cualquier otra figura. Segundo, que su figura aglutina a todas las colectividades del sector, más allá del espectro diverso. Y tercero, que en la práctica la candidatura se habría convertido en una “revancha” frente a Matthei, hoy la candidata mejor posicionada para quedarse con la Presidencia según las mediciones.
Pero, en estricto rigor, comparado con 2013 las señales fueron distintas. Ya en agosto de 2024, y ante una pregunta de CNN Chile, Bachelet le contestaba a la periodista Macarena Román que “no voy a ser candidata”. Si bien la exmandataria nunca modificó formalmente esa negativa, gestos suyos, como la publicación de columnas llamando a la unidad más amplia del oficialismo, y la insistencia del Partido Socialista por mantenerla como su carta presidencial provocaron que tuviera que volver a referirse al tema.
Esta vez, no hubo frase -como “hablemos en marzo”-, sino trascendidos de prensa. En paralelo, jugaban las intenciones de Tohá de ser candidata en esta ocasión. Todo confluyó en el texto y video de Bachelet en que, este 5 de marzo, oficializó que no postulará, aunque sin endosar apoyo a alguna figura. Y todo apenas un día después de que la ministra del Interior renunciara a su cargo y anunciara que competirá para ser la abanderada presidencial de la centroizquierda. Doce años de diferencia, fechas y personajes que se repiten, pero un resultado final totalmente opuesto.