Por Claudio Castro

Los próximos 28, 29 y 30 de noviembre se rendirá por primera vez la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) que debuta en reemplazo de la PSU y de la Prueba de Transición (PDT). Este año, además de la rendición de la nueva prueba, las y los estudiantes recibirán un novedoso instrumento: las Tablas de Conversión de Puntajes PAES, que les permitirá referenciar su desempeño en relación con el universo de personas que participen del proceso.

Las tablas de conversión equivalencia de puntajes por posición relativa son una gran noticia y representan una de las grandes innovaciones de la nueva medición, quizás, desde el aumento de la relevancia del NEM en las ponderaciones para la selección universitaria. Este instrumento referenciará el rendimiento de los y las jóvenes y expresarán en promedios de habilidades los puntajes obtenidos, permitiendo integrar en su puntaje el reconocimiento de las distintas trayectorias educativas de cada uno, alejándose de la reducción del desempeño como “bueno” o “malo”.

Este nuevo mecanismo de evaluación va en la dirección correcta. Lamentablemente, hasta ahora, el éxito de las personas que han rendido la PSU y la PDT se ha centrado en el puntaje obtenido en la prueba, rendimiento que, como ha sido ampliamente estudiado, está directamente relacionado con el nivel socioeconómico de las y los estudiantes. Ya nos hemos acostumbrado, año tras año, que el día posterior a la publicación de los resultados los medios de comunicación publiquen los mismos análisis y mapas que georreferencian los puntajes más altos en zonas del sector oriente de la ciudad, mientras que los puntajes bajos se concentran en las comunas de bajos ingresos, generando la falsa idea de que los talentos no están distribuidos de igual manera en la población.

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Además de ser una forma de selección injusta (al estar condicionada por variables demográficas y no exclusivamente de rendimiento y habilidades), también se ha demostrado que el sistema de ingreso actual es un mal predictor, tanto de la continuidad de estudios una vez dentro de la educación superior, como del desempeño de las y los jóvenes al momento de entrar al mundo laboral.

En este contexto, varias universidades han decidido crear sistemas especiales que, en algunos casos, se vinculan con las y los jóvenes incluso previo a la rendición de la prueba de selección, para dar alternativas a su ingreso. Estos mecanismos han demostrado que la buena memoria respecto a algunas materias, por ejemplo, no es determinante de la permanencia en una determinada carrera. Y es que el sistema actual de acceso mide ciertos conocimientos, pero no habilidades más amplias e intereses de las y los jóvenes.

En esta línea, la Municipalidad de Renca ha sido promotora también de modalidades alternativas de ingreso a la educación superior, ofreciendo opciones al sistema tradicional y obteniendo muy buenos resultados.

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En los liceos de nuestra comuna hemos reconocido a alumnas y alumnos por su trayectoria durante sus años de escolaridad, además de la valoración del Puntaje REM, que es la primera aproximación considerando las notas del estudiante en relación con el promedio del colegio en el cual estudia (su contexto socioeconómico) y hemos puesto en valor y potenciado los intereses personales de los y las jóvenes que, como mencionamos, resultan de gran importancia para las trayectorias educativas y profesionales de los jóvenes.

Nuestra Corporación Municipal de Educación cuenta con convenios con la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) y la Universidad Diego Portales, cuyos sistemas especiales de ingreso se basan en el mecanismo del propedéutico, trabajando con las y los estudiantes durante los últimos años de la enseñanza media para, luego, hacer ingreso especial a las universidades. Además, hemos incentivado ingresos alternativos a través del sistema PACE, especialmente con las universidades de Chile y Alberto Hurtado.

Ejemplos hay muchos en la mayoría de las universidades nacionales e internacionales. Si bien son iniciativas valorables en el contexto actual, son también indicadores de la necesidad de incorporar herramientas de justicia en el proceso de ingreso a la educación superior, de modo de dejar de medir el nivel socioeconómico y el capital cultural de las y los jóvenes chilenos y empezar a reconocer la diversidad de habilidades, intereses y capacidades distribuidas en nuestra sociedad.

Los sistemas de selección para la educación superior deben avanzar hacia formas más integrales e integradas con las trayectorias educativas, donde la enseñanza media dialogue y contribuya al camino que continuarán las y los estudiantes. Tal es el paso que ha dado el Ministerio de Educación con la implementación de las tablas de equivalencia de puntajes por posición relativa y es la dirección a la que debe tender el sistema de “tránsito” (y ya no más de selección) a la educación superior.

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