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Este jueves, en un hecho inédito, el parlamento chino aprobó de forma unánime la reelección de Xi Jinping como presidente.

Con 2.952 votos a favor, cero en contra y ninguna abstención, la Asamblea Nacional Popular (ANP) designó a Xi para un tercer mandato presidencial de cinco años (2023-2028).

El legislativo pudo ratificar su permanencia tras aprobar en 2018 una enmienda constitucional que eliminaba el límite de dos mandatos consecutivos de cinco años para los presidentes.

Esta reelección consolida su control y le convierte en el jefe de Estado comunista de China que más tiempo lleva en el cargo desde su fundación en 1949.

¿Una mera formalidad?

En China, la presidencia es un título en gran medida ceremonial. El poder real reside en los cargos de jefe del partido y del Ejército, dos funciones clave que Xi también ostenta y para las que fue reelegido en un congreso clave del Partido Comunista, celebrado en octubre del 2022.

De todas formas, su nuevo nombramiento como jefe de Estado completa oficialmente su transición a una segunda década en el poder. Además, se produce en medio de una remodelación más amplia de las funciones de liderazgo en el Gobierno central, o el Consejo de Estado, y otras organizaciones estatales.

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