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El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dijo durante una conferencia de prensa este miércoles que los obispos católicos son unos “inútiles” y animó a matarlos a todos.

Esa nación tiene al 85% de su población declarada católica y a pesar de ello dijo con dureza sobre los clérigos: “Esos bastardos no sirven para nada. Lo único que hacen es criticar”.

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Por su parte, la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas respondió que “no queremos añadir más leña al fuego. Cualquier comentario solo exageraría el asunto”, dijo el portavoz Jerome Seciliano.

Inicios del conflicto

La Iglesia católica de Filipinas criticó la Operación Tokhang de Duterte, en donde reinsertó a los drogadictos del país lo que derivó en una estrategia de ejecuciones extrajudiciales de adictos y narcotraficantes.

La cifra de muertos superaba en julio de 2017 los 9.400. La jerarquía eclesiástica llegó a calificar la situación del país como “un reino del terror”.

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Según El País, Rodrigo Duterte no tomó bien las críticas de los obispos y los calificó en ese entonces como “hijos de puta”.

Además recientemente dijo que la institución “es la más hipócrita del mundo” y que “el 90% de sus sacerdotes son homosexuales”.

Sus polémicas declaraciones suman y suman. Anteriormente ofendió a los fieles filipinos al llamar “estúpido” a Dios y luego de eso, pactó una tregua con la jerarquía católica de ese país la que, por lo visto, duró muy poco.

 

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