Por Daniel Matamala
{"multiple":false,"video":{"key":"yeukSj9cwW2","duration":"00:01:32","type":"video","download":""}}

Termina hoy nuestro ciclo de 14 capítulos en que hemos analizando lo bueno, lo malo y lo feo de nuestro modelo de desarrollo. Desde la dependencia del cobre hasta la situación de la clase media; desde el sistema tributario hasta la cohesión social; desde la economía verde hasta el rol del Estado.

Hoy es el capítulo final, el del balance, y precisamente esta semana aparece el Índice de Desarrollo Humano; una buena medida de los logros y puntos pendientes de nuestro modelo.

Primero, las buenas noticias. Chile aparece en el lugar 43º dentro del grupo de países con desarrollo humano “muy alto”, y primeros en América Latina, superando a Argentina (46º) y Uruguay (55º).

El problema es que ese es un promedio. Y como decía Nicanor Parra, esos promedios pueden ser bastante engañosos.

Cuando el índice se ajusta para dar cuenta de la desigualdad en ingresos, salud y educación, Chile cae un 16,7%, la mayor baja al ajustar por desiguladad entre los 50 países mejor rankeados.

Perdemos 11 puestos y pasamos al lugar 54, somos superados por Argentina (50º) y quedamos sobre Uruguay (56º).

Este índice demuestra que la vida ha mejorado para las chilenas y chilenos, que somos una sociedad más próspera, pero también que el problema sigue siendo la desigualdad y sus consecuencias: una sociedad poco cohesionada, fracturada incluso como lo ha demostrado este año de estallido social y pandemia.

Tags:

Deja tu comentario