Por Mónica Rincón
{"multiple":false,"video":{"key":"b4ChLfGSg5","duration":"00:01:37","type":"video","download":""}}

Las declaraciones de Héctor Llaitul en medio de la presentación de un libro sobre la CAM, hechas hace algunos meses, son nuevamente graves.

Ya es obvio el grave error del Gobierno al confundir delitos hablados con meras declaraciones y también que Fiscalía, a estas alturas, tiene todos los elementos para actuar y ninguna excusa para no hacerlo.

Dicho esto, me gustaría destacar por qué los medios y no sólo los fines son importantes, y el peligro de esa superioridad moral que pretende excluir del análisis crítico a dichos fines.

Lee también: Matamala: “Los dirigentes de las izquierdas mostraron una irritante frivolidad y una tendencia a mirarse el ombligo”

Cuando Llaitul roba madera se llama “recuperación”, cuando otros lo hacen es “mafia” (aclaro que todo robo debe investigarse). Y tenemos que quedarnos tranquilos aunque confiese que lo hace para comprar fierros.

Hay medios que no son válidos en una democracia, aún muy imperfecta. Uno de ellos: la violencia que Llaitul reivindica, dotándola de una supuesta ética, atacamos al capital y no a los pobres, y de un planteamiento político.

La violencia daña, corroe. Ha quitado vidas y tranquilidad a miles, también a mapuche.

Lee también: Fernando Paulsen: “Nadie tiene derecho a ensuciar esa campaña por el No, para sacar ventajas políticas hoy”

En ese camino, Llaitul dice representar a muchos. No lo sabemos. Porque intenta imponer su voz no por el peso de sus argumentos sino por la fuerza. Tildando además de títeres a los que, como los convencionales mapuche, optan por una vía institucional y por ganarse en las urnas el derecho a representar a otras y a otros.

La CAM no quiere dialogar. Primero dicen que sólo de territorio y autonomía. Como saben que esos temas aparecen en el debate público, ponen otro pero: no quieren ser parte de Chile.

Llaitul es hoy el mejor vocero del Rechazo.

Tags:

Deja tu comentario