Por Mónica Rincón
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En la esquina de descontento con polarización viven buena parte de los ecuatorianos. Las elecciones presidenciales ya no sólo se dieron en el eje de los pro y los anti Rafael Correa, sino también en el de quienes se rebelan contra los protagonistas clásicos de la política en ese país.

El 17% de voto nulo deja claro el descontento con los políticos tradicionales y la fuerza de dos candidatos que quedaron fuera de la segunda vuelta: el del movimiento indigenista Yaku Pérez y el empresario Xavier Hervás.

Contigo a la distancia, Rafael Correa desde Bélgica, logró que su delfín fuera el más votado en la primera vuelta y aunque no llegó a la presidencia, hizo notar su peso político. Mientras, su antiguo aliado y ahora archienemigo, Lenín Moreno, abandonará la presidencia con un exiguo 6% de aprobación.

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No lo tendrá fácil dirigiendo el país Guillermo Lasso: en el Parlamento no tiene mayoría. La derecha estará en el Poder Ejecutivo, pero la izquierda fragmentada sabe que junta pesa más en votos.

El déficit presupuestario es de 7.600 millones de dólares, el país depende de las materias primas y la octava economía del continente vive una crisis agudizada por el COVID. Mientras, la ciudadanía, que en un 30% vive en la pobreza, está cansada de la corrupción y las promesas incumplidas.

Si las elecciones fueron mirando el retrovisor, mantenerse en el poder le exigirá al presidente Lasso mirar al frente, manejar seguro y ser capaz de conducir por un camino sinuoso y con ripios.

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