Por Jorge Navarrete
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Este año se inicia un proceso electoral que en los hechos pone término al Gobierno, por lo tanto, la ventana de oportunidad para tener acuerdos políticos probablemente va a ser hasta junio-julio de este año.

Eso es todavía más difícil en un escenario con la política trancada, muy fragmentada y extraordinariamente beligerante.

Que no ocurra nada en los próximos dos años no es solo un problema para el Gobierno y para la oposición, sino que es una tragedia para el país. Hay demasiadas necesidades en materia de previsión, educaciónsalud que son necesarias de atender.

Pero especialmente porque es muy difícil para la izquierda, probablemente las dos grandes prioridades que tenemos por delante: una, el crecimiento económico, y el entender que no hay mejor política social que el crecer, y quienes incluso tenemos una ocasión igualitarista, tenemos que entender que para distribuir primero hay que generar, pero al mismo tiempo hacer uso del Estado.

Quienes creemos en el Estado como un instrumento de transformación social significativo, no podemos soslayar su función fundamental. La primera que lo justifica, probablemente la más importante, que no es otra que garantizar la seguridad a los miembros de la comunidad política. Crecimiento y seguridad en el marco de las necesidades de las personas, son hoy el gran imperativo para una clase política que sigue mirando el techo como si tuviera oportunidades ilimitadas y como si en Chile no fuera a ocurrir lo que ocurrió en muchos otros países de América Latina.

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