Por Jacinta Molina
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Hace exactamente un año las expectativas eran altas, de los Estados Unidos y, por qué no decirlo, también en el mundo.

Tras cuatro años de una presidencia inverosímil para la primera potencia mundial de la mano de Donald Trump  y con la imagen latente de una democracia herida tras el asalto al Capitolio, el 20 de enero del año 2021 Joe Biden llegaba a la presidencia de este país tras convertirse en el candidato más votado en una elección.

Lo hizo prometiendo un nuevo comienzo, prometiendo unir a una nación dividida, comprometiéndose también a recomponer las relaciones con aliados históricos y anunciando el regreso de ese Estados Unidos poderoso a la escena mundial.

Sin embargo, un año después, el escenario es muy distinto: La popularidad del demócrata va en caída, bajando casi 20 puntos desde que asumió, con la acusación infundada del fraude electoral enarbolada por Trump aún dando vueltas entre sus seguidores y una facción importante de los Republicanos, el país está lejos de haber sanado sus heridas.

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Si bien la democracia más antigua del mundo sigue respirando, no lo hace tranquila. La amenaza de la pandemia también persiste, con Ómicron aumentando los contagios y las hospitalizaciones y demostrando que falta aún para esa independencia del virus, que el propio Biden prometió hace unos meses atrás.

A eso se suma la compleja situación económica, con una inflación a niveles récord.

Es cierto que a penas asumió Biden dio señales del regreso de los Estados Unidos a la escena multilateral con, por ejemplo, la reincorporación inmediata al acuerdo de París, no obstante, 2021 ha dejado en la retina el bochorno de la retirada de Afganistán y las tensiones que hasta hoy aumentan con China Rusia.

Pero a Biden aún le quedan tres años en el cargo, y es en este donde enfrentará su mayor desafío: Los próximos meses, de cara a las elecciones legislativas de medio término, que serán claves para definir el rumbo de su presidencia.

Así, ver qué tan fuerte sigue siendo, o no, la figura de Donald Trump, para confirmar si fue solo un mal primer año marcado por crisis mundiales o si el país más poderoso del mundo transita un camino sin retorno“.

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