Por Daniel Matamala
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Otra vez un mapuche muerto. Otra vez una mentira oficial desmentida. Otra vez un gobierno en crisis por haber actuado como simple vocero de las falsas versiones de Carabineros.

“Durante 30 años la policía se ha mandado sola”, dijo en Marca Registrada el ex ministro del Interior, José Miguel Insulza. Y ahí está uno de los problemas fundamentales. No puede ser que una y otra vez Carabineros mienta, haciendo pasar un asesinato por enfrentamiento, como lo hizo con Matías Catrileo. Disparando a chalecos antibalas para presentarlos como falsa evidencia en tribunales, como lo hizo con Jaime Mendoza Collío. Haciendo un montaje para inventar pruebas y enviar comuneros a la cárcel, como en la Operación Huracán. Y ahora destruyendo videos para encubrir la muerte de Camilo Catrillanca.

Y no es sólo en La Araucanía. En Valparaíso Carabineros también mintió sobre el ataque de un carro lanza-agua que dejó en coma a Rodrigo Avilés. Y ni hablar de todas las falsedades acumuladas en los desfalcos del llamado Pacogate.

Es el momento de decir basta. Aquí no se trata solo de dar de baja de cuatro carabineros, que deberán responder ante la justicia, ni de la renuncia de dos oficiales. Ni siquiera de reemplazar a otro general director, como ocurrió tras Huracán. Se trata de que, de una vez por todas, las autoridades civiles ejerzan mando real sobre Carabineros, controlen su actuación y pidan investigaciones detalladas antes de avalar sus versiones de los hechos.

Ese control civil es la única forma de que nunca más un uniformado sienta que tiene licencia para asesinar, para encubrir un crimen y para manipular evidencia.

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