Por Mónica Rincón
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Van a separar aguas. Para no arriesgar la reforma que da origen a un plebiscito sobre si la gente quiere o no una nueva Constitución, Renovación Nacional (RN) pidió a sus parlamentarios no aprobar las indicaciones sobre cuotas de género y pueblos originarios. Duro, sobre todo para las diputadas Marcela Sabat, Ximena Ossandón y Érika Olivera, las únicas del oficialismo que se habían sumado a una indicación pidiendo la paridad.

Cierto que, aprobado el plebiscito, aún hay tiempo para cambiar la forma de composición de una convención constituyente, pero se perdería una oportunidad valiosa para asegurar ahora que el 51% de la población esté bien representada en la generación de una nueva Constitución.

¿Por qué hay tan pocas mujeres en cargos e instancias de poder? Si nadie discute que las capacidades están repartidas por igual entre hombres y mujeres, no es tema de méritos. Si asumimos que esta es una sociedad machista, desaparece la explicación de que no están interesadas en los cargos.

Cuando las palabras confunden, los datos aclaran. Un ejemplo: el 74,2% del financiamiento electoral no estatal va a los hombres. Prejuicio: ellas y ellos postulan en igualdad de condiciones; hecho: no es así.

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¿Por qué rechazar la paridad en el momento constituyente, que es un momento excepcional? La democracia no se reduce a una persona, un voto: en las elecciones parlamentarias, por ejemplo, hay regiones sobrerepresentadas en relación a su población. Y tan importante como el derecho a elegir es que el derecho a ser elegidas no sea de papel.

Para mejorar la democracia es necesario que estén los y las mejores, y no los mejores más un grupo de hombres de menor talento que deje afuera a mujeres mejores que ellos. La paridad, entonces, no es un favor: es la reparación de condiciones históricamente desfavorables para las mujeres.

Los hombres están sobrerepresentados en cada instancia de poder. De los parlamentarios depende en buena parte desprenderse de ese privilegio. Tiene una decisión importante ante ustedes: aferrarse a esta injusticia o dar el paso para cambiarla.

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