Por Mónica Rincón
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La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común”.

Así comienza la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana.
Fue una declaración escrita por Olympe de Gouges en la Revolución Francesa.

Porque a pesar del rol fundamental de esas mujeres que recordamos
tomando la bastilla, en un hito histórico por botar los privilegios de unos pocos, bajo el lema de libertad, igualdad y fraternidad, se avanzó en esos tres conceptos pero para ellos. Ellas siguieron sin ser ciudadanas y son poder votar.

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Igualdad, pero entre hombres, no entre seres humanos.

Hoy, vemos con la multitudinaria intervención de Lastesis como ayer las revolucionarias francesas; ayer y hoy mujeres dicen “no más”.

¿Cuál fue el destino de esa notable Olympe de Gouges que cometió el atrevimiento de escribir esas Declaración de los Derechos de la Ciudadana? La guillotina.

Por eso el feminismo y la democracia van de la mano porque el feminismo, no hay que dejar de decirlo, se trata de libertad, igualdad y fraternidad entre mujeres -nunca más solas- y entre seres humanos. Se trata de que tu género no determine tu destino.

Ni un derecho más que un hombre, pero ni uno menos.

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