Por Mónica Rincón
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El ex ministro del Interior le decía “La Joya de la Corona”. Su director, Héctor Espinosa, sostiene que no hay nada irregular en la PDI. Pero, al menos, hay que investigar.

La Contraloría objetó la compra de un auto por 60 millones de pesos que en el mercado vale, por lo bajo, 30% menos, que las bases dejaron fuera a otros oferentes sin que tuviera ese auto ventajas respecto de otras marcas. Espinosa lo califica de “errores”.

La Contraloría dice que las giras de estudio no tenían objetivos académicos y el jefe de la PDI sostiene que ellos son los que deben determinar si el viaje estuvo bien, porque ellos forman a los futuros policías y que el viaje se hizo, además, con platas de los padres. Como si, por ello, dejara de ser fiscalizable y sin entender que SÍ es Contraloría el organismo que debe fiscalizar si algo se ajusta o no a derecho.

Un grupo de funcionarios lo acusa de irregularidades como uso excesivo de viáticos, y él se defiende diciendo que son ex policías que usaron licencias fraudulentas. Es de suponer que Héctor Espinosa ya habrá puesto a disposición de la justicia los antecedentes respectivos, porque, como funcionario público, está obligado a denunciar delitos.

Lo que resulta evidente es que ninguna institución debe tener amplia autonomía en el uso de sus recursos, y que necesita de controles externos que, en el caso de las FFAA, Carabineros y ahora sabemos, de la PDI, son bastante escasos.

Para el líder de la Policía de Investigaciones, esto no es sino la acción concertada de grupos interesados en desprestigiar a la PDI. Si tiene razón, es grave y debiera, incluso, investigarlo.

Si no la tiene, es un nuevo golpe para la confianza en las instituciones. La lista es larga de quienes están siendo investigados: Carabineros, Ejército, políticos, Poder Judicial. Sería lamentable, pero tampoco tan extraño, tener que alargar esa lista.

Al fin y el cabo, para quienes son funcionarios honestos –la mayoría–, poner un foco sobre cada acusación de corrupción es la mejor garantía. Sobre todo porque la falta a la probidad que antes creíamos una excepción en Chile, ya la vemos donde antes no.

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