Las clasificatorias a Corea-Japón 2002 fueron amargas para Chile, puesto que se realizó una campaña paupérrima, lo cual provocó que la selección nacional no lograra ingresar a la Copa del Mundo.
Sin embargo en agosto del 2000 se dio una goleada magnífica para los chilenos, partido que sólo quedó para la estadística, pero con el cual algunos aún festejan por el cómo se obtuvo el triunfo.
En el Estadio Nacional sólo fueron golazos. Primero fue Fabián Estay quien recibió de Marcelo Salas, luego Iván Zamorano aprovechó una pantalla del “Matador” quien dejó pasar un perfecto pase de Estay, y el broche de oro lo puso el mismo Salas, quien dejó sin nada qué hacer al golero brasileño, ya que el ariete remató sin ángulo en le sector izquierdo tras una maravillosa asistencia de David Pizarro.
Un 3-0 que desató la euforia en Ñuñoa, una de las pocas alegrías que se tuvo en esa campaña.
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