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Este lunes murió el poeta chileno Paulo de Jolly a los 68 años, conocido por su poemario Louis XIV (1982), en el cual dedicó la palabra lírica a la figura del “Rey Sol” y su corte, así como el Palacio de Versalles y todo lo que este implicaba.

Su trabajo lo llevó a ser parte de una suerte de área gris de la poesía chilena, con algo de misticismo o excentricidad, pues desde un siglo XVII siempre presente mantenía una fijación con la corte y la monarquía, principalmente la de Francia. En 2003, publicó su segunda obra Príncipes, duques y mariscales de Francia.

Si bien De Jolly no cuenta con una basta producción de textos y poemas, su trabajo llevó a Ediciones UDP a reeditar Louis XIV en 2018. Matías Rivas, director de esta editorial, asegura que “se muere uno de los poetas más refinado, más técnico y extraño de la literatura chilena”.

“Es un personaje de culto que está en el horizonte de casi todos los lectores de una generación y que seguramente, su poesía y su mito se irá propagando“, aseguró Rivas.

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Y si bien la poesía de Paulo de Jolly posee cualidades de enaltecimiento de la poesía y su musicalidad, la figura del poeta sí tuvo sus matices.

Una de sus principales críticas sobre literatura iba a uno de los poetas que le antecedieron: Nicanor Parra.

En una entrevista de 2019 con Ediciones UDP el poeta abordó sus críticas al trabajo de Parra, sobre quien había leído su obra, pero cuestionaba algunas de sus características que le hicieron famoso.

“Dentro de la obra de Parra están los artefactos, que eran los poemas escritos en una especie de tarjetas postales. Y en una tarjeta postal dice ‘ojo, poetas jóvenes, en la grosería está la cosa’“, afirmó el vate.

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Sobre el uso de la grosería, De Jolly señaló que “es un mal ejemplo para los poetas jóvenes, porque en una época pensaban que si la poesía no tenía grosería, alcohol, drogas, escándalo, no sería poesía”.

“En ese sentido, pienso que Parra le hizo un daño a la juventud, porque podría haberlos llevado por un camino más lírico, haberles enseñado latín o griego”, planteó en aquel entonces.

Por otro lado, el aspecto profano y herético de Parra también eran fuente de cuestionamientos para De Jolly: “En otra sale una mujer pechugona, mostrando todas las pechugas, con un crucifijo en el medio y dice ‘raza de fornicadores, católicos tenían que ser’, una ofensa gratuita, una provocación“.

Postura política

Por otro lado, la carencia de lectores críticos de Paulo de Jolly tiene relación con su pasión por una Francia pomposa y aristocrática, así como lo que Rivas califica como “la perturbadora belleza fascista que exhala su proyecto”.

Además, apoyó la dictadura de Augusto Pinochet, la que incluso en 2019 calificaba de “pronunciamiento militar”. Según consigna el mismo Rivas, una de sus ideas para con Louis XIV era “darle un modelo a Pinochet para que hubiese impulsado un renacimiento de las artes en el país, con palacios, ópera, ballet y literatura”, algo que no se habría logrado ante la poca recepción de su obra.

Esto último va en línea con su postura crítica de Parra, alguien que más bien se dedicó a hablar de temas mundanos y triviales, pero siempre con la majestuosidad que hacía que, al igual que Paulo de Jolly y su Francia perdida, viera en ese objeto poético algo digno de ser contado.

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