Por Carlos Pizarro

“El artista crea desde el lugar de sus heridas”, dijo Patti Smith a Arelis Uribe a través de un poema, palabras que hicieron eco en la escritora chilena, autora del laureado volumen de cuentos Quiltras (Los Libros de la Mujer Rota, 2016).

La frase se volvería en un reflejo en el espejo, algo que mirara o no estaría allí. La muerte de su padre la forzaría a volcarse a la escritura como forma de palear el dolor. La artista crea desde el lugar de sus heridas.

Así nace la novela Las Heridas (Emecé, 2021), un libro que recoge recuerdos cruzados por la pérdida de su padre y la pérdida de un amor.

“Me fui por un hoyo negro profundo de escribir sobre mi infancia y eso se cruzó con otro duelo, que para poder seguir viviendo tuve que escribir una carta a una persona que quise mucho”, dice a CNN Chile a través de una videollamada mientras viaja en micro por la Panamericana desde San Bernardo a Santiago.

Vive en Nueva York, Estados Unidos, pero ha vuelto a Chile para presentar esta historia con tintes autobiográficos en la cual no la conocemos del todo, pero sí lo suficiente para compartir su pena. Son momentos tiernos, tristes, dolorosos y graciosos.

“Sentí que la vida era demasiado compleja como para encasillarla, que nada podía reducirse a blanco o negro, que era incapaz de juzgar”, se lee en sus páginas luego de descubrir un secreto de su papá cuando ya estaba grave en el hospital.

Su regreso al país que la vio nacer le permitió volver a ver a su abuela, uno de los tantos personajes de la novela y con quien sólo se puede sentir ternura. En su viaje al centro de Santiago esperaba volver a caminar por la Alameda, algo que dice añorar.

—¿Cuánto tiene Las Heridas de autobiográfico o de no ficción?
—Qué divertido, porque no es mi biografía. Es una crónica autobiográfica, son momentos de mi vida que yo monté como una novela. Pero si alguien lee el libro no va a saber en qué año nací, por ejemplo. No es una ficha de Wikipedia, son historias autobiográficas que componen una novela.

Con Quiltras le pasó que había interés por saber cuánto de ella había en sus historias. En este caso, asegura que “el pacto con las personas que lo lean es decirles que todo lo que yo escribí en este libro siento que es verdad, que es cierto”.

Parte de eso que llama pacto viene de su formación de periodista, oficio cuyo principio rector debiera ser la verdad. “Eso en realidad no existe porque la memoria es mímesis, la escritura es mímesis, la fotografía es mímesis, el periodismo es mímesis”, afirma.

Y el tiempo es uno de los factores más difíciles de enfrentar cuando uno plasma lo vivido. Con risas, Arelis recuerda una frase: “tiempo + tragedia = comedia“.

“Hay muchas cosas que están puestas ahí que ya me dan risa, porque son difíciles pero con el paso del tiempo cambia la perspectiva y por lo tanto también podría cambiar la versión de los hechos. En realidad todo es muy frágil y el libro es mi promesa de la no ficción, pero la memoria también es una forma de ficción“, dice.

Pero como mostrar las cicatrices puede revelar un hecho doloroso del pasado, siempre puede estar el pudor de contar cosas tan íntimas. “Hay una fuerza en la vulnerabilidad”, fue lo que eclipsó ese pudor, algo que afirma convirtió en su sello.

Vulnerabilidad.

En momentos en que las autoridades ocupan tan livianamente el calificativo “vulnerable” para definir a un grupo indeterminado y desconocido, la escritora busca sacar algo en limpio. Más que una lección, un aprendizaje. El echarle pa’lante de nuestros tatas, de nuestras viejitas. La vida sigue mañana.

“Siempre utilizo experiencias muy cercanas y en este caso es lo más cercano que tengo, es mi piel directa; mi familia. He tenido el cuidado de abrir siempre estas cosas a mi familia. El otro día le leí un extracto a mi abuela“, dice entre risas. “Ella sabe, yo a veces la he entrevistado, siempre le he preguntado muchas cosas, porque quería saber de mi familia”.

En su regreso al centro de Santiago espera pasar a arreglar su computador, ir al dentista, almorzar con una amiga, pasear por la Alameda y volver a San Bernardo.

—¿Seguimos siendo un pueblo al sur de Estados Unidos?
—He pensado mucho en el colonialismo estando allá. Pensaba partir en por qué hablo español cuando llegué a Estados Unidos empecé a aprender inglés y ahora hablo, que era algo que antes no hacía. Y me di cuenta que intentaba resistir en el español, hasta que me di cuenta que el español y el inglés son dos lenguas europeas. Entonces dije por qué si vivo en América Latina, un continente que no es Europa, hablo lenguas europeas. Y tengo la piel morena. Y sé que tengo una bisabuela mapuche. Y que mi abuela materna tiene ascendencia afro. Entonces, me hizo pensar mucho en el colonialismo de la lengua.

Pero más allá de los rollos que podamos sacarle a Las Heridas, es la experiencia de una mujer en Chile viviendo lo que llamamos democracia. Lo que llamaron desarrollo o progreso. Pero eran aún los dos mil y tenía que vivir de allegada. “Después del estallido hay campamentos nuevos. Gente que se construye una casa con deshechos. Eso es un campamento y en Chile hay campamentos nuevos”, afirma con rabia mientras se baja de la micro.

Estoy segura que en este país no soy la única persona a la que le ha pasado eso“, dice sobre una de todas las cosas que cuenta en Las Heridas, pero fácilmente pueden ser todas las cosas que ocurren en el libro.

Por segundos, el dejar atrás el wifi de la micro pausa su imagen, según explica al volver a estar en vivo.

— Tú calificaste este libro como una novelita lumpen. ¿Desde dónde quieres plantearte para expresar las problemáticas políticas y sociales que reflejas?
—No es que me lo plantee, me atraviesa. Vivo en este país y vengo de una familia trabajadora. Padezco este país, también. Desde ahí hablo. Pero dije que era una novelita lumpen por el libro de Roberto Bolaño, que tiene un título increíble. Y siento que este libro es una novelita lumpen porque es muy breve y me he sentido lumpen en algunos momentos de mi vida. Y también por hacerle el guiño a Bolaño, porque aunque no me guste mucho ese libro, sí me han gustado otras cosas que ha escrito y ha sido inspirador leerlo.

—¿Quiénes deberían leer Las Heridas?
—Alguien que tenga ganas de leer y disfrutar de la escritura y lectura un rato. Porque me han dicho que se lee como en una hora. Y me demoré tres años en escribirlo —dice entre risas— Si en vez de ver una película o ver un capítulo de serie quiere leer un libro, puede leer Las Heridas.

Las Heridas
Arelis Uribe
Emecé
110 páginas
Precio de referencia: $11.900

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