“El mundo necesita historias para su edad”: Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello cuentan cómo evolucionó la relación entre Betty y Armando

Por Camila Morandé

15.08.2025 / 20:00

Más de dos décadas después de su estreno, Betty y Armando regresan a la pantalla con una historia que ya no se limita a la nostalgia, sino que aborda el presente: separaciones, maternidad, una hija en conflicto, romances clandestinos y la reivindicación del deseo adulto. En entrevista con CNN Chile, Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello reflexionan sobre el fenómeno global de la telenovela más vista del mundo y sobre cómo esta nueva temporada busca hablarle a un público que también ha envejecido con ellos.


Hay personajes que calan tanto en el imaginario popular, que dejan huellas que traspasan generaciones. Beatriz Pinzón Solano y Armando Mendoza forman parte de ese panteón: se conocieron en 1999, enamoraron a millones en la pantalla chica y, más de dos décadas después, siguen vivos en la memoria colectiva latinoamericana.

Ahora, con el estreno de la segunda temporada de Betty la Fea: La historia continúa (estrenada este 15 de agosto en Prime Video) el fenómeno se renueva.

Bajo el lema “podrán cambiar muchas cosas, pero nuestra Betty siempre será la misma”, la producción que debutó hace un año vuelve con diez episodios marcados por tensiones familiares, secretos revelados, romances inesperados y hasta un embarazo que promete sacudir el equilibrio entre lo íntimo y lo empresarial.

El impacto de este regreso no es menor: la primera temporada rompió récords, convirtiéndose en la producción latinoamericana con mayor audiencia global en la historia de Prime Video y en la serie más vista de todos los tiempos en Colombia.

Hoy, la apuesta se redobla, y tanto Ana María Orozco como Jorge Enrique Abello (hoy protagonistas y productores asociados) reconocen que el secreto no ha estado en congelar la historia en la nostalgia, sino en mostrar a Betty y Armando con los años vividos, con nuevas preguntas y contradicciones.

Ana María Orozco: “Yo siento que Betty es una obra de arte”

Ana María Orozco, por su parte, tenía apenas 26 años cuando se puso en los zapatos de Betty por primera vez. Y en aquel entonces la vida profesional apenas se desplegaba frente a ella. Hoy, a los 52, vuelve a encontrarse con ese personaje que no solo marcó su carrera, sino que también se convirtió en un fenómeno mundial, con un récord Guinness y un lugar imposible de borrar en la memoria colectiva.

Betty la fea, La historia continúa | Prime Video

La actriz lo reconoce con una mezcla de asombro y gratitud. “Yo me siento súper honrada, orgullosa. Ha sido un regalo de la vida”, dice. “Nunca me lo esperé. Uno trabaja con la ilusión de que le vaya bien, de tener reconocimiento… pero algo así, no. Nunca me lo imaginé”.

Ese impacto, asegura, nunca la dejó atrapada. Si bien fue y sigue siendo un hito, Orozco siempre buscó mantener distancia entre la actriz y el personaje. “Yo lo veo como lo ve el público. Un trabajo importante, que agradezco, pero yo sigo en mi búsqueda de otras cosas”, explica.

La paradoja, sin embargo, es que la vida insiste en devolverla a Betty, y ella responde con la misma disciplina que la ha acompañado desde el inicio: “Inclusive esta es una nueva etapa y también, para mí, es algo nuevo. Es un trabajo nuevo, así sea Betty”.

En esta segunda temporada, Betty ya no es la joven enamorada y torpe que conquistó a millones. Es una mujer separada, con una hija adulta que le reclama ausencias, y con una empresa que amenaza con derrumbarse. Orozco sabía que ese arco dramático exigía explorar nuevos matices y la clave, cuenta, estuvo en construir la relación con Juanita Molina, la actriz que interpreta a Mila.

“Desde el comienzo tuvimos mucha química”, recuerda. La describe como una intérprete talentosa, dispuesta y juiciosa, alguien que entendía el peso simbólico de ser “la hija de Betty”.

La dinámica entre ambas, explica Orozco, fue diseñada para mostrar algo que muchas mujeres viven. “Sigue siendo un gran desafío para las mujeres estar entre el trabajo, la casa, ser buena mamá, ser buena esposa”, reflexiona. Y agrega, con un matiz más crítico: “No es solo por dar lujos, sino por la realización como mujer. Todavía nos cuesta que se reconozca la igualdad de condiciones y oportunidades”, señala.

Pero quizá lo más disruptivo de esta nueva Betty no está solo en su rol de madre o de empresaria, sino en su faceta íntima. La serie la muestra enamorada, con dudas, con deseo. “Precisamente era lo que a mí me interesaba contar ahora con esta Betty a esta edad. Porque no es solamente la mamá. Es una mujer que siente, que le pasan cosas”.

Y luego, insiste en un punto clave: “Muchas veces se trata de mostrar a la mujer solo en un aspecto, y lo demás desaparece”.

Para ella, el regreso de Betty es también una reivindicación. Un recordatorio de que la mujer no se evapora después de ser madre, ni queda reducida a un rol secundario. “En esta etapa, lo más lindo ha sido encontrar eso: una búsqueda, un camino hacia una Betty que se está haciendo preguntas, que se permite sentir, abrirse a posibilidades nuevas… aunque esté un poco perdida, aunque no sepa por dónde seguir”, confiesa.

La actriz sabe que, aunque han pasado más de dos décadas, el público sigue viendo en Betty un espejo de sí mismo. Y que ahí radica su permanencia. “Yo siento que Betty es una obra de arte”, afirma, convencida. “Es lindísima, bien actuada, escrita… estuvo como tocada por la varita”.

Jorge Enrique Abello: ¿A los 50 no sentimos deseo? Ridículo”

A Jorge Enrique Abello, ser parte de la única telenovela con récord Guinness por su éxito mundial lo llena de orgullo, pero también lo relativiza. “Es un sentimiento ambiguo”, reconoce. Por un lado, está el fenómeno, la magnitud de Betty. Por otro, su vida cotidiana: levantarse temprano, ejercitarse, trabajar. “Eso no cambió nada”, dice con ironía.

Pero claro, no todo fue fácil. Abello recuerda la época en que el odio hacia Armando era tan fuerte que temió por su propia seguridad. “A mí la gente me quiere mucho, pero hubo un momento en que me odiaban. Me querían matar”, confiesa. En medio de esa tormenta, incluso le sugirió a Fernando Gaitán, creador de la novela, que Betty “se quedara con el francés”.

Y lo resume así: “Le dije: ‘Si no, nos linchan a ti y a mí’”, recuerda entre risas. “Y Fernando me respondió: ‘No, yo prometí que se quedaba contigo’”.

Lo curioso es que ese rechazo no lo hirió. Al contrario, lo disfrutaba. “Soy un perturbado de mirar las reacciones de la gente”, reconoce, con picardía. “Me encanta ver la cara de sorpresa, la incomodidad. Que me odiaran me causaba cierta diversión”.

La nueva temporada explora un vínculo que nunca se cerró del todo: la relación clandestina entre Armando y Betty. Abello lo define sin rodeos: “Son las dos cosas: una esperanza y un espejo de un pasado que no se cerró bien”.


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Explica que, al reconstruir la historia, entendieron que la relación original tenía fallas profundas. Fracturas que seguían abiertas. “Ellos tienen que encontrarlas para poder sobrevivir”, dice, como si hablara de una pareja real.

A esa tensión se suma la compleja relación de Armando con su hija Mila. Una hija que, en la ficción, parece más cercana a Betty y que se distancia de su padre para afirmarse. “Aunque ella se parece mucho a su papá, está distanciándose de él para poder ser ella misma”, reflexiona. El conflicto familiar, entonces, es inevitable: amores ocultos, una hija resentida, y una empresa tambaleante.

“El mundo hoy es más viejo que en todo el resto de la historia del mundo”, dispara. Y enseguida desarrolla la idea: “El mundo necesita historias para su edad, y todo el mundo está empecinado en seguir haciendo historias para muchachitos que solo quieren ver Instagram. ¿Y el resto? ¿Dónde quedamos?”.

Y en ese sentido, reitera que le preocupa la invisibilización del deseo adulto. “Después de los 50 no tenemos deseo. ¿Eso qué es? Ridículo”, responde con energía.

No se trata solo de reivindicar a personajes maduros, sino de reflejar a una generación que se resiste a desaparecer de la pantalla. “Hoy tenemos gente que a los 50 está viviendo como si tuviera 30. Pero los medios siguen vendiendo un estándar imposible: todos musculosos, sin canas, perfectos. Yo tengo canas”, reconoce. “Y eso también es importante mostrarlo. Que alguien de tu edad se vea en pantalla y diga: me reflejo ahí”.

En el fondo, lo que más valora Abello es que la serie abra espacio para quienes, durante años, fueron relegados a roles secundarios. “El mundo tiene más nuestra edad que la de los muchachitos. Y era hora de contarlo”, sentencia. “Eso es lo que me alegra profundamente: que hoy se cuenten historias para todos. Y que Betty siga siendo parte de ellas”.