Columna de Mario Saavedra: La tecnología invisible es la más poderosa

Por Mario Saavedra

29.12.2025 / 14:45

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Al final, la tecnología invisible es la más poderosa no por lo que hace, sino por lo que dejamos de cuestionar. Y en un país que quiere hablar en serio de futuro, productividad y desarrollo, esa conversación ya no es tecnológica. Es cultural. Es educativa. Y, por qué no decirlo, debería ser política pública.


Hay tecnologías que llegan con fuegos artificiales, Keynote, trailer épico y promesas de cambiar el mundo. Y hay otras que entran calladitas, se sacan los zapatos en la puerta, se sientan en el sillón… y cuando te das cuenta, ya están tomando decisiones por ti. Spoiler: esas son las realmente peligrosas. O poderosas. A veces ambas cosas al mismo tiempo, como el café cargado después de las 8 de la noche.

Si uno cruza lo que vienen diciendo los principales sitios de noticias y tendencias tecnológicas y toda la familia Apple-dependiente, la señal es clarita como mañana despejada en San Pedro: la tecnología dejó de ser un objeto que usamos y pasó a ser una capa invisible que nos acompaña, nos interpreta y nos empuja.

Antes abrías una app. Hoy, la app te abre a ti.

Del botón al criterio

Ya no hablamos solo de inteligencia artificial como “la herramienta que te ayuda”. Hablamos de sistemas que anticipansugieren y deciden. El celular que te dice cuándo salir porque hay taco. El reloj que te reta porque dormiste mal. La app que te recomienda qué comer, qué ruta tomar, a quién responder primero y, si te descuidas, hasta cómo sentirte.

Es cómodo. Mucho. Tan cómodo como que te lleven el auto al taller y vuelva solo. El problema es que, cuando todo funciona, dejamos de preguntar quién está manejando.

La experiencia mata a la potencia

Los medios lo repiten con distintas palabras, pero la idea es una: la mejor tecnología ya no es la más potente, sino la que menos molesta. La que no pide permisos a cada rato. La que no te obliga a aprender nada. La que simplemente “está”.

Y ojo con esto, porque culturalmente nos encanta. En Chile somos expertos en adoptar soluciones prácticas sin leer la letra chica. El mismo espíritu con el que aceptamos los términos y condiciones sin mirar, o firmamos el contrato del cable porque “venía en el pack”.

La tecnología invisible gana porque no exige esfuerzo cognitivo. No te pide pensar. Te resuelve. Y cuando algo te resuelve la vida, uno tiende a entregarle confianza… y control.

El celular ya no es pantalla, es cerebro

Otro punto donde todos coinciden: el smartphone dejó de ser una vitrina de apps y pasó a ser el centro de decisiones personales. Salud, pagos, identidad, trabajo, ocio. Todo pasa por ahí. No es casualidad que hoy la gran discusión no sea qué teléfono tiene más cámaras, sino dónde se procesa la información y quién se queda con los datos.

Por eso aparece con fuerza el discurso de privacidad como valor. No como tema ético abstracto, sino como nuevo lujo digital. Tener control, entender qué pasa, decidir cuándo y cómo. En un mundo donde todo es automático, el acto más rebelde es querer entender.

Vivimos en modo automático (y nos encanta)

La correlación es brutal: mientras más invisible se vuelve la tecnología, más dependientes nos volvemos de ella. No porque sea mala, sino porque es demasiado buena. Funciona. Optimiza. Ahorra tiempo. Reduce fricción. Exactamente lo que le pedimos.

El riesgo no está en la IA. Está en delegar criterio sin darnos cuenta. En pasar de “uso esta herramienta” a “esta herramienta decide por mí”. Y no, no es ciencia ficción. Es martes. Son las 8:30. El celular ya eligió la ruta, el desayuno y la playlist.

El verdadero desafío

No se trata de apagar todo ni de volver al Nokia con linterna. Se trata de alfabetización digital de verdad. De entender cómo funcionan estas capas invisibles. De saber cuándo confiar y cuándo recuperar el control.

Porque al final, la tecnología invisible es la más poderosa no por lo que hace, sino por lo que dejamos de cuestionar.

Y en un país que quiere hablar en serio de futuro, productividad y desarrollo, esa conversación ya no es tecnológica. Es cultural. Es educativa. Y, por qué no decirlo, debería ser política pública.

Mientras tanto, revisa el celular. Probablemente ya decidió algo por ti.


Mario Saavedra, conocido como @MacGenio, es especialista en temas de tecnología y cultura digital.