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El senador Patricio Walker ha dado a la Fiscalía una explicación inverosímil. Ha dicho que en el mes de julio “alguien” borró los correos de su cuenta de mail. Justo en el mes de julio en que se conocían públicamente las gestiones de Walker para que el vicepresidente de los pesqueros del sur austral entregara dineros al futuro diputado Iván Fuentes.

Le corresponde a la justicia determinar qué pasó con esos correos, pero la explicación de Walker para no entregarlos es inverosímil. O sea, según la RAE: “que parece mentira o es imposible o muy difícil de creer”. Muy difícil creer que justo cuando el escándalo aparece, un misterioso “alguien” atacó su cuenta, borrando los correos que podrían inculparlo. Más difícil creer que tras ser víctima de ese hackeo, el senador no hubiera denunciado públicamente lo ocurrido. Y mucho más inverosíomil aún, que a seis meses del supuesto ataque, no hubiera informado ni pedido ayuda a fiscales ni policías para recuperar esa información. 

Lo claro es que Walker contactó e hizo de intermediario para que una poderosa federación de pesqueras le pagara una  mesada a un dirigente social de los pescadores, para financiar sus gastos personales mientras hacía campaña para llegar al Congreso. Es una degradación absoluta del rol que debe tener un representante de los ciudadanos en su relación con el poder económico.  Eso, más allá de correos perdidos y de explicaciones inverosímiles.

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