Tres menores asesinadas, un fugitivo y una disputa racial: El crimen de las niñas scout que sigue sin resolverse

Por CNN Chile

10.03.2025 / 12:26

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Por primera vez más de 140 niñas salían de sus casas a lo que sería un maravilloso campamento de verano. Sin embargo, el viaje tuvo una duración corta y un final espeluznante.


Había sido una noche lluviosa en el Campamento Scott, en pleno corazón de del condado de Mayes den el estado de Oklahoma, Estados Unidos.

Por primera vez más de 140 niñas salían de sus casas a lo que sería un maravilloso campamento de verano. Sin embargo, el viaje tuvo una duración corta y un final espeluznante.

Era el 13 de junio de 1977, era la primera noche de las niñas. Lori Lee Farmer (8 años), Doris Denise Milner (10) y Michele Heather Guse (9) habían sido asignadas a dormir juntas en una de las tiendas del recinto. Ninguna de ellas volvió a casa.

Un crimen misterioso

Según medios locales y diversos documentales, como ‘Keeper of the Ashes: The Oklahoma Girl Scout Murders’, dieron cuenta que un sujeto desconocido ingresó por la parte de atrás de la tienda.

El asesino golpeó a dos niñas, mientras que a la tercera la sacó de la carpa y la amarró a un árbol. Para posteriormente violarla.

El macabro crimen quedó al descubierto a la mañana siguiente, cuando una de las guías scout descubrió a la menor atada y, posteriormente, encontraron a las otras dos niñas al interior de unos sacos de dormir.

Semanas antes del brutal crimen, el campamento había recibido una inquietante amenaza, donde se señalaba que matarían a tres campistas, pero la nota fue desechada y catalogada como una “broma”.

El caso conmocionó a todo el condado y, en especial, a las menores, quienes quedaron marcados de por vida por el crimen contra las tres niñas.

El fugitivo

En el lugar del crimen se encontraron diversas especies que semanas previas habían desaparecido en el campamento. Además, una linterna con cinta adhesiva, scotch y una bolsa negra con un pequeño orificio, fue hallada por personal especializado.

La búsqueda del responsable se extendió por semanas y contó con el apoyo de varios vecinos que lo único que querían era atrapar al autor del brutal crimen.

Pero la tecnología de 1977 no era muy buena e impidió buscar más pistas que pudiesen dar con el paradero del asesino. Sólo un fragmento de huella y semen eran el material genético con el que contaban, en un periodo donde aún no existía la prueba de ADN.

Cuatro años antes de este crimen, Gene Leroy Hart, un nativo americano residente del sector, había protagonizado una fuga desde la cárcel del condado de Mayes, en donde cumplía una pena de más de 300 años de condena por diversos delitos, entre ellos el secuestro y violación de dos mujeres embarazadas. 

Él fue considerado como el principal sospechoso. Pero su conocimiento de la zona del crimen, sumado a una red de protección de su pueblo, hizo muy difícil dar con su paradero.

Tras una serie de pericias -que involucraron hacer labores de inteligencia en la comunidad- se dio con su paradero en una choza que le facilitó su “curandero” personal.

Un juicio marcado por una disputa de razas

Los nativos americanos no confiaban en la justicia de “los blancos” y así lo dejaron ver desde el momento en que atraparon a Leroy.

A lo que se sumó el hecho de una férrea defensa de los habitantes del pueblo donde vivía el principal sospechoso que dudaban de su culpabilidad, pese a que ya arrastraba una condena de más de 300 años por delitos similares.

El jurado elegido para definir el futuro del prófugo de la justicia, en su mayoría eran ciudadanos afrodescendientes. Por lo mismo no causó extrañeza que se le encontrara “no culpable” por el crimen de las tres menores. Pero no fue el único elemento que influyó en la decisión final: el fiscal a cargo del caso quedó desacreditado por filtrar información a la prensa y luego de que se conociera que quería escribir un libro sobre el crimen.

30 años después: la tecnología dio su veredicto

El violento crimen marcó a una generación completa. Y el hecho de que no se encontrase un culpable persiguió por muchos años a sus habitantes.

Es por ello que después de 30 años del crimen, la policía local reunió fondos para hacer pruebas de ADN a las únicas pistas encontradas el día del crimen.

El análisis, si bien no fue concluyente al 100%, si permitió dar una respuesta concreta: exculpar a todos los sospechosos del crimen, menos a uno: Gene Leroy Hart.