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En un nuevo capítulo de CNN Íntimo, el periodista conversó sobre su vida en Rusia, su llegada a Chile y el amor que tiene por Santiago.
Andrei Sokolov no nació en Santiago ni llegó a Chile con la idea de convertirse en cronista urbano. Sin embargo, hoy es una de las voces más reconocidas en redes sociales a la hora de contar la historia de la capital desde sus calles, edificios y barrios.
Periodista de formación y creador de contenido, Sokolov recorre Santiago con una mirada atenta a los detalles que suelen pasar inadvertidos. En sus videos mezcla datos históricos, observación y relato, construyendo una forma distinta de entender la ciudad.
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Llegó a Chile en 2016, tras un intento fallido de emigrar a China. Años después, en plena pandemia, ese interés personal por las ciudades se transformó en un proyecto audiovisual y hoy su plataforma funciona como un archivo digital que busca acercar Santiago a nuevas audiencias.
“Me siento un chileno más, porque ha pasado tiempo. Tengo 33 años, de los cuales 10 llevo viviendo aquí en Santiago; es prácticamente un tercio de mi vida (…). Llegué súper joven y tuve que reinventarme aquí, partir desde cero, y ha sido un camino bastante largo, difícil”, cuenta a CNN Íntimo.
Si bien ahora parece tener todo resuelto, el camino no estuvo exento de dificultades. “Ha sido un camino largo y difícil, pero aquí estamos porque a mí me encantan los retos (…). Toda mi vida está hecha de retos“, recuerda, haciendo un recuento de cómo llegó al periodismo y luego a Chile.
Andrei nació en Rýbinsk, una ciudad a más de 300 kilómetros de Moscú. “Ahí me enamoré de la televisión, porque cuando tenía 10 años tuve que hacer un ensayo de una profesión y me tocó el periodismo. Llamé a un canal local de TV, pregunté si podría ir; me dijeron sí, fui y me enamoré”.
“Mis padres trabajaban en una fábrica, entonces para ellos fue tremenda sorpresa, ‘¿por qué nuestro hijo ahora quiere ser periodista de TV?’, pero a mí me encantó mucho, y tú sabes que es como una enfermedad que no se puede curar; si pisaste la televisión, ya no puedes olvidarlo nunca“, agrega.
Relata que empezó a trabajar como periodista cuando tenía 13 años. “Mi primera nota la publicaron en un diario local cuando acababa de cumplir 13 (…), así que tengo casi 20 años de experiencia laboral. También trabajé un poco en un canal de TV local, haciendo reportajes, así que cuando fui a San Petersburgo (a la universidad) ya tenía algo de experiencia”.
—¿Qué te llevó a irte?
—Cuando regresé de la universidad en 2014, justo pasó todo eso con Ucrania, Crimea, y empezaron a llamar al canal y decir qué cosas podía contar y qué no, empezaron a presionar la línea editorial, y aunque la televisión nacional siempre dependía del gobierno, no nos tocaban antes, pero a partir de 2014 sí empezaron a llamar y me sentí muy incómodo.
Asegura que no quería “ser cómplice” de ello. “No quería mentir; al final soy yo quien está en la televisión leyendo todas estas noticias, soy yo quien edita mis textos, entonces no lo voy a decir porque no estoy de acuerdo, ya que sé que es una mentira, entonces decidí que tenía que salir. Mis compañeros me miraban, no me entendían, pero yo no podía y no quería”.
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—El tiempo te dio la razón.
—Sí, ahora lo sabemos, pero imagínate, hace 10 años obviamente no lo sabía, lo sentía no más, entonces decidí renunciar, pero te juro, si alguien me hubiera dicho hace tan solo 10 años, en 2014, que iba a vivir en Chile y hacer contenido en castellano, yo habría pensado que esa persona estaba completamente loca, no le habría creído para nada y mira dónde estoy.
—¿Qué pasa con un periodista que se queda en Rusia y que quiere ejercer libremente?
—Quedan muy pocos periodistas que siguen viviendo en Rusia ejerciendo libremente su trabajo. La mayoría ya trabaja desde afuera, porque si tú sigues en Rusia y trabajas en algún medio ruso, tú de alguna manera tienes que seguir esa línea general que es bastante clara, que estamos salvando a Ucrania, y obviamente no puedes decir nada en contra.
—Te viniste a Chile y comenzaste a crear contenido.
—Quería seguir viviendo en Chile, quería volver a hacer lo mío, y lo mío siempre fue hacer contenido, ser periodista, entonces sí o sí tenía que aprender el idioma. Como lo tradicional no funciona conmigo, entendí que lo único que me quedaba era salir de mi zona de confort. Entonces empecé a buscar trabajo y el único lugar que me contrató fue una tienda de ropa; trabajé tres años y ahí aprendí, escuchando y repitiendo como niño.
—Elegiste YouTube.
—Si uno quiere tener éxito en YouTube, lo más importante es armar la comunidad y para ello uno tiene que buscar su nicho. yo cuando comencé mi canal en plena pandemia, no sabía de qué hablar, y al revisar me di cuenta de que el nicho de ciudad estaba vacío, y a mí siempre me ha gustado este tema, desde chico. (…) El urbanismo siempre estaba presente en mi vida, y entonces Santiago para mí fue amor a primera vista.
—Todavía no entiendo que de San Petersburgo te hayas enamorado de Santiago.
—Todas las ciudades europeas tienen su código cultural, una larga historia, un largo background, al igual que las ciudades asiáticas, las africanas. Las ciudades latinoamericanas aún no las conocía, y empezar a caminar por Santiago, por su casco histórico, que es una tremenda sopa arquitectónica, donde se mezclan épocas y estilos, una ciudad ecléctica, pero esa mezcla en muchas ocasiones se da de manera muy armónica.
—¿Cuál es tu percepción respecto a la seguridad?
—No encuentro a Santiago insegura para nada. Tuve la suerte de visitar 26 países, he estado en más de 50 ciudades, y después de toda esa experiencia, creo que Santiago es una ciudad bastante segura. He visitado todas las comunas del Gran Santiago, no de la región metropolitana, del Gran Santiago; he andado solo en La Pintana, en Cerro Navia, en Lo Espejo, no me ha pasado nada, aunque eso no significa que no exista la delincuencia.
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