En más de un año, se han registrado 11 casos, pero las autoridades aún no identifican responsables.
Lo que comenzó como una denuncia aislada de maltrato animal se ha convertido en una misteriosa y perturbadora serie de hallazgos en Santiago.
Durante más de un año, la rescatista María Cueto ha registrado la aparición de gallinas gravemente heridas —muchas con todas sus extremidades fracturadas— abandonadas en bolsas de basura en plena vía pública.
Lo más inquietante es que estos incidentes se repiten con precisión después de noches de luna llena, siguiendo un patrón que sugiere más que maltrato: apunta a una posible práctica ritual con tintes de brujería.
Una escena inquietante: Brujería o amenaza organizada
Según recoge un reportaje de The Clinic, cada hallazgo sucede en el mismo tramo de calle —Voillier, cerca del Parque Bustamante— y se repite tras cada luna llena.
Las aves están acompañadas por velas, alimentos, ropa y notas manuscritas con mensajes dirigidos a personas y lugares concretos. Algunos mensajes expresan maldiciones como: “Que se vaya la droga de Chile. Que desaparezca”.
Además, se mencionan zonas como la plaza Pedro de Valdivia y grupos como “Los Gallegos”, vinculado al Tren de Aragua.
Frases sin concluir como: “todas las brujerías que…”, refuerzan la idea de rituales deliberados, según explica Cueto.
Once casos y cero respuestas concretas
Hasta la fecha, Cueto ha rescatado 11 gallinas en este contexto.
Cinco de ellas presentaron fracturas en las cuatro extremidades y debieron ser sacrificadas por su delicado estado. Las demás fueron derivadas a fundaciones o adoptadas por particulares.
La situación se complicó aún más porque muchos ejemplares simplemente fueron retirados por los servicios de basura sin que quedara registro alguno.
A pesar de los esfuerzos, las autoridades —incluyendo la Municipalidad de Santiago y la Brigada de Delitos contra la Salud Pública (Bidema) de la PDI— no han logrado identificar a los responsables.
La única pista visual es una camioneta blanca que habría dejado las bolsas en el lugar.
“No hay patente, dirección ni nombre. Por eso no podemos avanzar legalmente. Es muy frustrante”, sostiene María Cueto.
Aunque no se registraron nuevos hallazgos tras la luna llena del 9 de agosto en Voillier, el caso se replica en otras zonas: el Cementerio General de Recoleta fue escenario del último incidente confirmado.