Por Gonzalo Winter y Catalina Pérez

Estos días se ha encendido el debate sobre el porte de armas en manos de civiles. Rápidamente, los sectores políticos han ido tomando posición: Chile Vamos se ha mostrado favorable a que los civiles porten armas de fuego e incluso han hablado del “derecho a tener armas“. Por su parte, el Partido de la Gente presentó una reforma para consagrar constitucionalmente este derecho.

Actualmente, solo seis países en el mundo tienen consagrado en sus constituciones el derecho a tener armas: Haití, Irán, México, Reino Unido, Guatemala y, por supuesto, Estados Unidos. Se ha demostrado que en los países donde la regulación es más laxa o favorable al porte de armas, el número de circulación de estas aumenta, al contrario de lo que sucede en los países en que existen regulaciones más restrictivas. Tal es el caso de Estados Unidos, un país donde hay más armas que personas.

Anualmente, Naciones Unidas publica el Estudio Mundial sobre el Homicidio, el cual revela, hace ya varios años, que mientras más armas circulan en los países, más sube la tasa de homicidios. Entonces, ¿por qué querríamos que circulen más armas en Chile?

La tenencia de armas en manos de civiles solo hará más profunda la crisis de seguridad. Si cada casa tiene la posibilidad de tener un arma de fuego, es mucho más probable que haya niños que tomen esas armas y lleguen a generar accidentes muy graves o mortales. También es probable que, producto de la falta de acceso a salud mental post pandemia, aumenten los femicidios, homicidios y suicidios en los hogares.

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Las armas de fuego tampoco son preventivas de delitos porque no evitan que un delincuente entre a un inmueble. Entonces, cabe preguntarse ¿hacia dónde queremos avanzar?, ¿cuál es el nuevo Chile que queremos?, ¿ciudadanos con armas y desconfianza?, ¿defendernos solos, rascarnos con nuestras propias uñas o tener un Estado que se haga cargo de nuestra seguridad?

Para algunos, la prohibición total de armas puede parecer algo extremo, sin embargo, tan o más extrema es la crisis de seguridad y los riesgos que enfrentamos con el aumento de armas en manos de particulares. Hemos visto situaciones que hasta hace cinco o diez años no veíamos: Tiroteos en las afueras de colegios, niños portando armas de fuego. La experiencia de otros países pareciera demostrar que mientras más restrictivo se es con el porte de armas y disminuye su circulación, baja la tasa de homicidios. Tal es el caso de Nueva Zelanda o Canadá, por poner ejemplos.

Nosotros creemos firmemente que el problema de seguridad no es algo de lo que deba hacerse cargo la población, es el Estado de cuidados el que lo debe enfrentar de forma preventiva y estructural, no con soluciones parche al calor del momento. Para esto, el presidente ha anunciado un paquete de medidas que esperamos sean parte de la nueva normalidad que debemos construir y que estaremos dispuestos a aprobar desde el Parlamento.

Estas medidas, sin duda, deben ir acompañadas de acciones para evitar ingresos ilegales por pasos no habilitados, junto con controlar la venta de armas de fogueo que son transformadas por los delincuentes y utilizadas para cometer graves delitos.

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