Por Mónica Rincón
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El permiso lo pidió una supuesta agrupación llamada “Aún Tenemos Patria” y denominaron la actividad que querían realizar como “Marcha por la Chilenidad”.

No sabemos ni de la adhesión que hubiera tenido, ni si existe esta agrupación. Sí sabemos que la Intendencia no la autorizó por el riesgo de disturbios, dado que en redes sociales se había llamado a acudir armados y no estaban las condiciones para realizarla de manera segura.

Lo que sí sabemos es que en redes sociales fue promocionada, a cara tapada por muchos, como una marcha anti inmigrantes. Pero el permiso no puede solicitarse así porque sería ilegal.

Porque tal como Contraloría aclaró, promover y difundir conceptos ANTI + un grupo de personas en razón de su etnia o nacionalidad, atenta tanto contra la Ley Zamudio como contra la Ley 19.733 de Libertades de Opinión que dice que comete delito quien promueve el odio u hostilidad contra personas en virtud, por ejemplo, de su nacionalidad.

De igual manera, sin siquiera tener detrás una organización conocida que los respalde, sin saber cuántos ni quiénes son, se han anotado un pequeño triunfo al hacerse noticia. Pero si esto sirve para reflexionar pueden sufrir una derrota.

Ahí se equivocó el ministro el Interior cuando dijo que más allá de lo que uno pensara, había libertad de reunión, y manifestó sus reparos sólo en el posible porte de armas por parte de manifestantes.

Es importante entender que la libertad de expresión tiene como límite el discurso de odio. Y las convocatorias anti un grupo étnico, lo son.

Cosa muy distinta es querer censurar las ideas que nos parecen absurdas, desagradables y profundamente equivocadas. De hecho fui parte de quienes defendimos el derecho del famoso Bus de la Libertad que estaba contra la Ley de Identidad de Género, porque en su versión chilena me parecía totalmente alejado de mis convicciones, pero no un discurso de odio.

Y lo que hay que juzgar a la hora de limitar la libertad de expresión son los hechos. Un solo cartel que diga antiinmigrantes no debe ser permitido, porque eso se llama discurso de odio.

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