Por Daniel Matamala
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No es inusual que cuando un hecho impacta la opinión pública, las fuerzas políticas lo aprovechen para impulsar sus agendas. Es parte del juego democrático y por eso el baleo en un colegio de Puerto Montt evidentemente iba a abrir un debate, eso es comprensible. Lo insólito es que el el gobierno haya usado este hecho para avanzar una agenda previa, que nada tiene que ver con el ataque en el Patagonia College.

Sí, es necesario revisar las mochilas, es necesario revisar las mochiles y es necesario tener mecanismos preventivos”, dijo el ministro del Interior, Andrés Chadwick.

Un tirador solitario ataca en un colegio sin historial de violencia y la respuesta de la autoridad es “revisar las mochilas”. ¿A quiénes, en qué colegios, con qué criterios? ¿Cómo eso podría haber evitado un incidente en que, de hecho, el atacante no llevaba mochila?

Este tema se había planteado por los graves hechos de violencia en el Instituto Nacional, donde sí hay ingresos sistemático de armas a un colegio específico que podría ameritar medidas especiales. Hoy en Puerto Montt el presidente intentó cuadrar ese círculo:

“El control de las mochilas va a ser voluntario, a nadie lo pueden obligar, pero sí se le puede pedir que abra su mochila y muestre (lo que lleva) con lo cual vamos a saber cuáles son los alumnos que no representan peligro. Y los que se nieguen se tomará un cuidado especial para evitar que al interior de esas mochilas haya armas, combustible, bombas molotov“, explicó el presidente Sebastián Piñera.

¿Cada mañana tendríamos que tener a miles de personas pidiendo revisar millones de mochilas en cada colegio del país? ¿Y los miles o millones que se negaran pasarían a ser sospechosos? Como política pública, no tiene sentido.

Y la ministra de Educación, Marcela Cubillos, sostuvo que “cualquier apoderado no se va a negar nunca a que a su hijo le revisen una mochila si eso hace que se puedan evitar estos hechos.”

El punto es precisamente que esa revisión indiscriminada no hubiera evitado el ataque de Puerto Montt, como tampoco el control de identidad en que hoy insistió el presidente. Como en el chiste de los fenicios, se intenta llevar cualquier tema a una agenda predefinida. Sólo que este caso, de chiste no tiene nada.

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