Antonia Orellana en Influyentes: Su casi renuncia por el Caso Monsalve y el snobismo que llevó a una lectura errada de su sector

Por CNN Chile

28.12.2025 / 20:00

La ministra de la Mujer y Equidad de Género, quien se mantuvo en la cartera durante toda la administración de Gabriel Boric, analizó en Influyentes lo que dejan estos cuatro años del FA a la cabeza del Gobierno, lo que pasó en la última elección presidencial y los aprendizajes que sacan de haber pasado por La Moneda.


Luego del triunfo de José Antonio Kast en la elección presidencial de diciembre han sido diversos los análisis sobre qué lo llevó a imponerse en el proceso eleccionario o qué llevó a Jeannette Jara a una derrota.

Sobre esto habló en Influyentes la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, quien reconoce un golpe a la izquierda chilena el haber crecido solo 600 mil votos considerando que eran más de 5 millones los nuevos votantes.

“Hay otro punto que es que hay un marcado momento en el cual Kast, el presidente electo, deja de hablar identitariamente desde el rincón del ultraconservadurismo, que es post plebiscito del segundo proceso constituyente, y que marca un ascenso en las encuestas”, expresó la secretaria de Estado.

En ese sentido, a su juicio fue a medida que Kast abandonó sus posturas más conservadoras que logró consolidarse electoralmente. “También hay que mirar el cambio en el candidato: uno que hizo su carrera política a la derecha de la derecha de la UDI, tratando a los coroneles como personas que habían renunciado a los principios de Jaime Guzmán”, recordó la ministra.

Traspiés del Gobierno de Boric

En cuanto a qué erraron durante la administración de Gabriel Boric, la ministra señaló que, en primer lugar, disputará la tesis de que seguridad no fue relevante para este Gobierno sino hasta varios meses después. Según contó, desde el inicio hubo acciones fundamentales para acudir en cuestiones de materia de migración irregular y de crimen organizado.

Sin embargo, sí reconoce a la instalación de Izkia Sichez como ministra del Interior como uno de los puntos bajos del inicio.

“Reconozco que hubo problemas a propósito de la instalación de Izkia Siches como ministra del Interior y, por lo tanto, todo otro trabajo que se hizo pasó un poco a segundo plano. Pero eso no quiere decir que no se hiciera”, afirmó.

A ello se suma el caso de Manuel Monsalve, el exsubsecretario del Interior imputado por delitos sexuales y que significó un duro golpe al Gobierno.

“Distinguiría dos cuestiones: una fue el manejo de los primeros días, de los cuales yo no formé parte. Creo que fue aquí mismo que dije que me habría gustado saber antes para poder aportar en el manejo del caso de acuerdo a las directrices que tenemos en el Ministerio de la Mujer”, dijo Orellana.

Junto a esta primera aproximación señala como autocrítica el haber hablado en público “sin tener todos los antecedentes”. Consultada sobre si en algún momento estuvo sobre la mesa la opción de dejar el cargo, la ministra contestó: “lo pensé, sí. (Pero no renunció) porque tengo un compromiso que va a más allá de lo enojada que pude haber estado”.

Próximos pasos del progresismo

Con la llegada de un nuevo gobierno los sectores de centroizquierda que a la fecha participan en el oficialismo pasarán nuevamente a un rol opositor. Aunque de momento no hay claridad respecto a cómo se organizarían los partidos que estuvieron detrás de Jara, las discusiones que ocurren durante estos meses sí tienen que ver con los próximos años del sector.

Antes de analizar los próximos pasos del sector, Orellana revisó aquellas materias sobre las que cree necesario reformular las posturas. Uno tiene que ver con el análisis que se hizo en su momento sobre el voto obligatorio, donde a su juicio hubo “una tesis errada” al asumir que no había una posición real detrás del no querer votar.

Asímismo, señaló que es fundamental que en el Frente Amplio se asuma que ya son parte del establishment tras haber pasado cuatro años en el Ejecutivo, además del tiempo previo donde tuvieron representación parlamentaria.

“Una segunda cuestión importante es la interpretación del estallido. (…) Hubo muchos quienes quisieron decir que esto era una radicalización política. Pero no hay que confundir malestar con politización, sea en el sentido que sea. Y ahí entra una tercera cuestión que es no entender cierto ethos de la población chilena como por nostalgia de que fuera de otra forma, pero uno no puede volver a algo que ya no existe. El pueblo de Chile no es el mismo de los 70 y hay cierto snobismo en no validar el deseo por cierto acceso a bienestar de una franja mayoritaria de la población que busca símbolos de estatus a través del consumo, al igual que lo hace la elite. (…) No entiendo por qué es mejor un café matcha latte que un auto tuneado. Las dos son expresiones de estatus a través del consumo y ninguna es moralmente mejor que la otra”.