La experta habló en Influyentes sobre los efectos del uso de celulares desde temprana edad, señalando que ya es posible ver en niños de 7 años efectos negativos de haber usado desde el año de vida algún tipo de dispositivo. Entregando recomendaciones para padres y madres, Céspedes fue clara en señalar los efectos que puede generar disponer de esta tecnología desde muy pequeño.
Con la incorporación de la tecnología en casi todos los ámbitos de nuestras vidas también surge la discusión sobre los límites que ponemos a su utilización, sobre todo en el marco de la educación primaria. Colegios de Lo Barnechea iniciaron programas para limitar la disponibilidad de los teléfonos celulares en las aulas, en un ejemplo de acciones que se han debido adoptar para hacer frente a los daños que esto pudiera significar sobre todo en el aprendizaje.
De esto y más habló en Influyentes la experta Amanda Céspedes, neurosiquiatra infanto-juvenil, quien subraya sin dudas que las y los niños están hoy peor que antes en cuanto a salud mental, aunque el concepto ya le parece menos apropiado comparado con el de “salud integral”.
Esto, pues se han constatado los efectos físicos que tienen también aquellas materias que llamamos salud mental. Ejemplo de ello, señala Céspedes, es que en las mujeres adolescentes ha habido un incremento en el ovario poliquístico, que según explicó es una expresión del compromiso de la salud mental.
Al analizar el escenario, la experta divide a niños y jóvenes en primera infancia, segunda infancia y adolescencia. Esto es fundamental al momento de entregar diagnósticos.
De esta manera, aseguró que la incorporación de pantallas a temprana edad ha tenido efectos negativos en el desarrollo de habilidades de socialización, señalando que “el impacto de las pantallas ha sido enorme”.
“Es evidente que los niños que hoy tienen siete años pasaron desde que tenían un año con pantallas, y eso ha significado un retroceso en sus habilidades comunicativas, en el desarrollo del lenguaje, en su capacidad de socialización, en su capacidad de imaginación”, afirmó Céspedes.
Y si bien podría asumirse que el camino correcto sería prohibir de plano usar teléfonos o cualquier dispositivo similar durante la niñez, la neurosiquiatra difiere con esta conclusión: “soy partidaria de que muy prontamente, alrededor de los seis años, hay que comenzar a hacer un trabajo de toma de decisión responsable de parte del niño. Somos muy adultocentristas y muy protectores y tomamos decisiones por ellos sin consultarles”.
Ahora bien, esto no significa que sea recomendable pasarle un teléfono a un niño de solo 3 o 4 años para “entretenerlo” por algún tiempo; muy por el contrario, Céspedes afirma que antes de los cinco años no debieran tener un teléfono celular en sus manos porque es “peligrosísimo”.
“Primero, poda el desarrollo de las habilidades sociales. Segundo, a menor edad mayor es el poder adictivo de esas pantallas, entonces el niño comienza a desconectarse del mundo real y a desear solo de manera muy perentoria el poder estar con estos elementos”, indicó.
En esa línea sigue siendo clave el mantener, sobre todo en los primeros años de vida, contacto directo con la naturaleza. Pasar del touch de la pantalla a tocar naturaleza, compartir con otros y estar presente con ellos, pues según comentó la experta, es común ver a padres y madres desconectados también a pesar de estar compartiendo, por ejemplo, en una plaza o un parque.