(EFE) – La actriz Lucía Bosé no murió de coronavirus sino que fue sedada “hasta la muerte” por los protocolos sanitarios existentes en los albores de la pandemia por los que la gente mayor “no era la prioridad”, según ha asegurado este domingo su hijo Miguel Bosé en una entrevista televisiva.

“A mi madre se la sedó hasta la muerte, como se solía hacer con el resto de los ancianos, daba igual quién fuera. No te la dejaban sacar, no podías ir a visitarla”, apuntó el cantante en una charla con el periodista Jordi Évole a través del programa Lo de Évole, una entrevista que concedió tras meses de silencio y polémicas por su reconocido negacionismo de la pandemia.

“Mi madre no tenía coronavirus. Mi madre no se murió de COVID-19 y eso tiene que parar ya”, dijo el artista, que no ha querido precisar más detalles sobre las verdaderas causas del fallecimiento. “Esa es otra historia de la que no quiero hablar aquí porque sería interminable y sacaría cosas tremendamente peligrosas para las personas que se ocuparon de mi madre en ese momento”.

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Él pudo despedirse por teléfono aunque “nunca pensé que la iba a perder, la verdad”. Por aquel entonces, explicó, “habían saltado los protocolos absurdos estos de la OMS” y se había publicado un video en el que “una doctora explicaba los protocolos a seguir y cuáles eran las prioridades. Ahí contaba que la gente mayor no iba a ser la prioridad”, añadió.

Bosé llevaba varios meses sin hacer declaraciones y alejado de las redes sociales desde agosto de 2020, después de protagonizar una cadena de polémicas por sus cuestionables declaraciones sobre el coronavirus y su apoyo a las teorías conspiratorias en torno a la pandemia.

En la primera parte de la charla con Évole, que tuvo lugar en la Ciudad de México donde reside el artista, Bosé apenas habla de la pandemia. Sí lo hará, como se aprecia en el avance, en la segunda parte que se emitirá el próximo domingo.

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Pero sí ha contado detalles íntimos de su vida privada, como lo sucedido tras la ruptura con quien fue su pareja durante veinte años, el escultor Nacho Palau, una situación de estrés que le hizo perder por completo la voz.

“Cuando se pierde la admiración por la persona con la que estás, cuando todo se derrumba, en mi caso por discreción, por responsabilidad, por educación también, aguantas; cuando aguantas, todo eso se envenena y cuando estalla, estalla mal y empiezan los problemas serios. El primer problema gordo que yo tuve fue la voz. Ahora puedo hablar, pero he llegado a tener cero voz”, ha confesado.

También ha hablado de sus años “salvajes” de “drogas, sexo a lo bestia, tabaco, sustancias, hampa” que comenzaron a finales de los ochenta y se prolongaron por décadas. Consumía a diario hasta dos gramos de cocaína, confesó.

Lo dejó de un día para otro y de manera radical. “Todo el mismo día y al mismo tiempo, subiendo unas escaleras a un escenario, dije ‘se acabó’. Las fuerzas que a uno le hacen tomar estas decisiones tan radicales solo vienen de dentro”, contó el artista, quien además precisó que cuando dejó las drogas sus hijos ya habían nacido, por lo que tenía nuevas responsabilidades que atender.

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