Con 21 años, se convirtió en la primera actriz chilena en ser nominada a un premio Goya por su participación en "La contadora de Películas", film basado en una novela de Hernán Rivera Letelier. En conversación con CNN Íntimo, Sara Becker compartió sus comienzos en la actuación y su lado más político. "El feminismo en este momento tiene que ver principalmente con entender que no es solo por el tema de las mujeres y es algo que tiene que ver con la humanidad", dijo.
Nació el 30 de diciembre de 2002, seis años después de su hermana Isaura y desde muy pequeña su juego favorito era disfrazarse con lo que hubiera, cantar y bailar. Tenía tanta energía que aprovechando estas destrezas, su madre la inscribió en un taller de baile y actuación para que la cansaran.
Pero este taller no era cualquiera, era el de la destacadísima Maitén Montenegro, que además de cansarla, descubrió que Sara tenía talento y mucho, especialmente para actuar. A los ocho años comenzó con clases de teatro con Moira Miller, hija y maestra de actores. Desde entonces Sara comenzó a decir con firme convicción que ella era actriz y hacia allá apuntó su formación.
Comenzó grabando cortometrajes y a los 11 años obtuvo el papel de Sofía Alcántara en la teleserie El Regreso de TVN. Fue en ese momento en que sus padres accedieron a buscar para Sara una educación escolar que le permitiera desarrollar su incipiente carrera. Luego vinieron dos teleseries más y en 2018 se fue a Mega para participar en series.
La Cacería: Las niñas de Alto Hospicio que revive el caso policial y social fue la primera. Luego tuvo un rol protagónico junto a Tamara Acosta, Francisca Lewin y Paulina Urrutia en la serie para HBO No nos quieren ver, inspirada en casos reales en distintas residencias del Sename. Pero el salto lo dio este 2023, cuando se estrenó La contadora de Películas, una producción chileno-española-francesa dirigida por la danesa Lone Scherfig y basada en una novela de Hernán Rivera Letelier.
Precisamente es Sara quien interpreta a esta narradora y es por este rol que acaba de ser nombrada como actriz revelación en los Premios Goya, los Oscar en habla hispana.
Aunque resulte curioso, recién está cursando su segundo año de Teatro en la Universidad Católica y aunque lleve más de la mitad de su vida sobre los escenarios, está convencida de lo necesario que es estudiar.
Es curiosa, se declara feminista y desde los 6 años se metía en la cama con sus papás para ver los programas políticos de los fines de semana. Por eso tiene opinión y le encanta defenderla.

“La contadora de Películas”
Bajo la producción de Lone Scherfig, La contadora de Películas retrata la realidad de las comunidades mineras de salitre de Chile en la década de 1960. La trama sigue la historia de María Margarita, una joven que tiene el don de contar películas de manera entretenida.
En conversación con Matilde Burgos, Sara compartió lo que fue su experiencia con un elenco multicultural.
“Hubo una mezcla cultural en donde tuvimos que también aunar las culturas de ellos con las de nosotros, se tuvo que llegar a acuerdo en cosas de historia, aprendí muchos con ellos. Puedo decir que me empampé como dicen en la Pampa, que es como cuando te enamoras de la Pampa y no te quieres ir más. Es un territorio lleno de culturas, de multiculturalidad, de gente de todas partes y bueno, es un territorio que guarda la historia de los movimientos sociales del país. Me pareció maravilloso revivir y rescatar una parte de la época de Chile que no está tan visitada“, contó.
En ese sentido, subrayó la importancia de darle visibilidad a un territorio abandonado. “Lo muy valioso que tiene esta película también es que la salitrera en la que se grabó fue donde Hernán escribió el libro y además de eso, se reconstruyó la escuela, la pulpería, la plaza, el cine, entonces la gente que vivía en Pedro de Valdivia, que eran parte del casting también, eran personas que habían vivido ahí, que tenían mucho respeto por ese lugar y que era muy emocionante para ellos. Es gente que también se quedó sin origen porque esas salitreras cerraron y hay muchas personas que nacieron ahí por ejemplo y en su carnet dice que nacieron en Antofagasta y no. Son personas de Pedro de Valdivia, de María Elena y todos los años van a hacer la fiesta Pedrina y limpian, hacen una minga. Es un territorio hermoso y tengo muchas ganas de volver a empamparme”, dijo.
Por este personaje, Sara, de 21 años, se convirtió en la primera actriz chilena en ser nominada a un premio Goya. Sobre sus expectativas de llevarse el galardón a casa, la actriz sostuvo que “es muy difícil porque obviamente son españoles estos premios y por supuesto que quieren que la estatuilla se quede en España. Es raro que postulen a gente de otros países en un premio que suele ser para actrices revelación de España”.
“Yo no estoy acostumbrada a ser famosa, porque tengo un montón de trabajo en mi carrera, pero como es cine, nunca he tenido la exposición como de ser famosa. Y en este momento, es como un momento para entender la responsabilidad que significa eso, tomárselo fríamente. Es un momento de estar concentrada, no más, de poder tomar las decisiones con sabiduría. Es un momento importante en mi carrera, es como el momento del empujón“, reflexionó.

Los primeros pasos
En este pasaje, Sara abordó aspectos más personales de su vida. En diálogo con CNN Íntimo, reveló que siempre quiso actuar y tuvo esa convicción desde pequeña.
-“Mi madre es una actriz de profesión que no pudo ejercer como actriz. A ella le daba mucho miedo que yo fuera actriz porque ser actriz en Chile es muy difícil. Desde niña demostré estas ganas de actuar, pero para mi mamá también era como ‘¿no quieres ser bailarina mejor?’. Mi madre se tuvo que dedicar a otras cosas, tuvo que cuidar a una abuela con Alzheimer durante 20 años, cosa que la alejó de la actuación”, sinceró.
—Tú siempre quisiste ser actriz…
—Siempre. Obviamente, hay una parte que tiene que ver con la relación de mi mamá, que yo cuando era una infante, veía a mi mamá pasarlo tan bien que lo único que quería era jugar como ella jugaba. Inventar situaciones, sacar cosas de cuentos, escribir, leer, como que había toda una cosa en mi casa cuando niña que me desarrolló un mundo interior importante.
—Tú abuela fue también clave en este descubrimiento. ¿Por qué?
—Mi abuela, María Elena, fue diagnosticada con Alzheimer a los 58 años. Un Alzheimer muy joven. Es terrible que mi abuela se haya enfermado, pero la parte positiva es que crecer con alguien con Alzheimer, con alguien con demencia o enfermo te va a entregar las herramientas de tener la paciencia, la empatía y el desarrollo de la empatía en el trabajo de los actores es fundamental. Éramos muy compañeras, yo la cuidaba a ella y ella me cuidaba a mí.
“Yo me acuerdo de que cómo además tenía Alzheimer, si había que desordenar algo, nunca me iba a decir que no, entonces, terminábamos con todas las sábanas puestas en el living para jugar. Mi abuela fue una mujer que me enseñó a que uno tiene que hacer lo que a uno le guste en la vida y no pescar tanto”, recordó entre risas.
—Esa convicción te llegó muy chica….
—Yo le pedía a mi mamá actuar. Y ahí me metieron a los talleres de la Maitén Montenegro y yo tomaba clases de baile y la Maitén le dijo a mi mamá ‘tu hija necesita clases de Teatro porque tu hija es actriz”.
—¿Por qué te gusta actuar?
—Me gusta actuar porque es una búsqueda que no termina nunca, como que es inalcanzable la perfección. Para mí actuar puede ser una búsqueda donde yo logro quizás aprender sobre los seres humanos, de hacer muchas vidas, de vivir muchas situaciones, muchas experiencias, de sentir muchas emociones que no son mías, que son de mis personajes y poder pasarlas por mi cuerpo, creo que es algo realmente mágico.
“El feminismo tiene que ver con la humanidad”
En su faceta más política, Sara abordó las problemáticas que vive su generación afectada por el cambio climático y las luchas sociales.
—¿Cómo estás conectada tú como joven con el Chile de hoy?
—Más que en Chile lo agrandaría al mundo. Creo que como generación hemos heredado un mundo que está muy mal. La cantidad de problemas que hay nos superan como especie. Soy esperanzada en el sentido de que creo que mi generación puede hacer grandes cambios, pero cómo van las cosas, no sé qué tantos grandes cambios se pueden hacer con la cantidad de redes sociales, la cantidad de desinformación, sin tener educación gratuita y de calidad. Todos los humanos tienen el derecho de poder vivir tranquilos, felices, cómodos y poder desarrollar las cosas que realmente quieren y en este sistema eso no se puede hacer y eso es atroz.
—¿Qué es ser feminista hoy?
—Ser feminista hoy para mí es un movimiento que no tiene que ver con las mujeres en específico. Creo que el feminismo es como la madre lucha, la lucha de todas las luchas. (…) el patriarcado en sí va antes del capitalismo incluso y es la relación que hay de poder entre una cosa y otra, del blanco y el negro, el humano sobre la naturaleza, todas esas diferenciaciones y binarismos son los que se tienen que acabar para poder construir un mundo desde el feminismo, desde el amor, desde la comprensión con el otro, desde la empatía. Y yo creo que el feminismo en este momento tiene que ver principalmente con entender que no es solo por el tema de las mujeres y es algo que tiene que ver con la humanidad. Si alguien quiere hablarme mal por redes sociales por ser una mujer feminista y de izquierda, que lo haga. No voy a dejar de ser quien soy por tener un poco más de exposición.
—¿Y en esta evolución tú ves una involución también?
—Por supuesto que sí, y es frustrante como feminista ver que las generaciones más adultas todavía no pueden empatizar con situaciones que son realmente difíciles para las mujeres y dolorosas. Cuando no se tiene empatía con algo tan sensible como la vida de una mujer, la vida de un niño, no se puede conversar.
