Por Fresia Soltof
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Un paraíso en territorio nacional es el Archipiélago de Juan Fernández y de eso no hay duda. Parajes de ensueño de un conjunto de islas que viven del turismo y la venta de langostas.

Sin embargo, por estos días, es una economía paralizada, en pos del cuidado de sus mil habitantes: todos libres de coronavirus.

“No ha sido fácil el manejo de la Pandemia aquí en Juan Fernández. Hemos tenido que tomar decisiones muy duras junto a las autoridades locales y regionales. Pero, de esta manera, hemos podido controlar esta tremenda crisis sanitaria que afecta a todo el mundo”, reflexiona la máxima autoridad insular.

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El alcalde de la comuna de Juan Fernández, Leopoldo González, ha sido inclaudicable en la protección de los ciudadanos desde el inicio.

Cerró fronteras, prohibió la entrada a la isla y sólo permitió un controlado ingreso de insumos de Valparaíso. Pero nada que llegara del continente puede tener contacto con nadie que habite en ese pedazo de Chile antes de que sea sanitizado.

El miedo de que llegue algún contagio se debe a que su sistema hospitalario no resistiría la propagación de la enfermedad. Tienen un Cesfam, un médico y contados profesionales de la salud. En el caso de que un contagiado pasase a estado crítico, no tendría infraestructura para tratarse localmente y es muy probable que tuviese que ser trasladado – con los riesgos que eso implica- al continente, donde la capacidad sanitaria está al tope.

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Desde que se suspendió el ingreso al Archipiélago de Juan Fernández surgió la preocupación por una veintena de personas que quedaron varadas fuera de la isla, pero “con tremendo esfuerzo que hemos hecho hasta hoy”, explica González, “logramos traer a dos grupos que han podido llegar afortunadamente sanitos y ver a sus familias”.

“Nadie puede entrar si no hace la cuarentena en el continente”, advierte el alcalde de Juan Fernández.

Esfuerzo en grande

A la hora de preguntarle por la receta de estar libre de COVID-19, el alcalde Leopoldo González recomienda a sus colegas el cierre de fronteras.

“Sé que suena muy duro, pero es la única posibilidad de parar esta pandemia. Felizmente, también tenemos controlado el transporte para el abastecimiento a la isla. Creo que aquí el esfuerzo hay que hacerlo en grande”, subraya.

En las últimas semanas también llegaron 350 cajas de alimentos que podría cubrir gran parte de las necesidades del archipiélago, que necesitará de tiempo para que repunte su economía, la que por ahora está acotada a la caza de animales, venta de frutos de la zona y de hortalizas de huertos familiares. La langosta está en veda.

Alcalde ¿No hay preocupación de los vecinos por la situación económica o mal estado de ánimo por lo mismo?

– Todo lo contrario. Felices porque no hay contagio, se hace una vida normal.

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