Por Paula Lepe

El viernes 8 de marzo cuatro mujeres sordas marcharon en Curicó para pedir más visibilidad y equidad de derechos. Conversaban entre sí en lengua de señas cuando una manifestante oyente las vio y llamó a una intérprete de Lengua de Señas Chilena (LSCH). La intérprete llegó a la concentración justo cuando comenzaban los discursos, subió al escenario y tradujo los mensajes feministas que se repetían en muchas ciudades de Chile y el mundo con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Michelle Parra, colaboradora de la Fundación Nellie Zabel para mujeres sordas, subió esa tarde al escenario acompañada de la intérprete e hizo un llamado frente a miles de personas a que las mujeres sordas que necesitaban apoyo se acercaran a la fundación.

En Antofagasta, Valparaíso, Santiago y Castro las mujeres sordas también salieron a las calles.

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Mujeres sordas invisibilizadas

La marcha del 8M cambió el camino que hasta entonces llevaban silenciosamente las mujeres sordas. “Por primera vez se hacían visibles, porque también somos invisibilizadas en las propuestas de los movimientos feministas“, afirma la presidenta de la Fundación Nellie Zabel, Vianney Sierralta.

“Es lo típico cuando hablamos de cómo las decisiones se toman en base a las mujeres blancas, a las mujeres educadas, a las mujeres que pertenecen a la clase media, y nos olvidamos de las mujeres que además son sordas, son indígenas, que son afrodescendientes“, reflexiona.

Foto: Fundación Nellie Zabel. Marcha del 8M en Santiago. 

Por eso, afirma categórica que “hasta ahora el movimiento feminista nos había invisibilizado”.

Sin embargo, tras la marcha el panorama se volvió más prometedor. Distintas agrupaciones feministas se han acercado a ellas, incluida la Coordinadora 8 de Marzo. Son conscientes de que el proceso no es fácil, pero necesitan crear redes.

Empoderando mujeres sordas

Eleanor “Nellie” Zabel Willhite se convirtió en 1928 en la primera mujer piloto en la historia de Dakota del Sur. Había quedado sorda a los dos años de edad producto del sarampión.

La fundación que preside Vianney Sierralta lleva su nombre porque, así como lo hizo esta pionera en aviación, buscan empoderar a las mujeres sordas para que logren convertirse “en agentes de cambio social”.

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Pese a que recibieron la personalidad jurídica hace poco más de un año -el 5 de abril de 2018- la idea de la fundación viene por lo menos desde 2006, cuando organizaron el seminario “Los Derechos y los Deberes de las Mujeres Sordas de Hoy”. Actualmente cuentan con 23 colaboradoras a nivel nacional y Sierralta estima que cada una tiene en promedio un alcance de 30 personas sordas, con lo que serían al menos 600 beneficiarias indirectos.

Las capacitaciones que realizan están enfocadas en violencia de género, violencia intrafamiliar, liderazgo, y llevan a cabo cursos y talleres de LSCH para la comunidad.

Un sistema discriminador

La mayor dificultad de ser sorda en Chile es la accesibilidad, dicen desde la fundación. “La accesibilidad no debe ser solicitada, sino que debe convertirse en un tema normal e inserto en la cultura”, afirma Sierralta. En esa línea, exigen que haya un intérprete de LSCH en los servicios de salud, de justicia, en la televisión, e incluso en reuniones de mujeres. “Se trata de un derecho humano y no una petición o un favor que debemos estar solicitando”, agrega.

Afirman que las mujeres sordas sufren más discriminación que los hombres sordos porque todas las herramientas que existen para mujeres oyentes en servicios públicos no son accesibles para las no oyentes.

“Una mujer sorda va a interponer una denuncia a Carabineros y no puede comunicarse en LSCH porque el carabinero no dispone de intérprete de LSCH y al final se quedan con la versión de la contraparte oyente, cuando el hombre es un hombre oyente; cuando una mujer sorda busca asesoría letrada con un abogado, en los Centros de la Mujer o en la Corporación de Asistencia Judicial, sucede exactamente lo mismo, no hay instalado un protocolo de atención para la mujeres sordas”, explica la presidenta de la fundación.

Foto: Fundación Nellie Zabel. Marcha del 8M en Antofagasta. 

—¿Cómo es la inserción laboral de las mujeres sordas?
—No hay mayor diferencia de lo que está ocurriendo actualmente en el mundo de la discapacidad y en el mundo de los mismos hombres. La inserción laboral se hace más necesaria en el caso de las mujeres sordas, que solamente viven de la pensión solidaria, ya que ese dinero no les alcanza. Muchas de ellas viven como madre soltera con sus hijos.

—¿Cómo evalúan la Ley de Inclusión Laboral?
—Como es una ley nueva aún no sabemos en qué medida hay una equiparación de género para el uso de ese 1% en cada una de las empresas, no sabemos si están prefiriendo a hombres o a mujeres. Otro tema que nos preocupa es que las empresas están escogiendo preferentemente la inserción de personas con discapacidad que requieren inversión de una sola vez para su inclusión, por ejemplo, una persona con discapacidad física requiere que se construya una rampa y ya la accesibilidad está asegurada a largo plazo, en cambio un jefe que necesita un intérprete de lengua de señas es mucho más complicado porque es un gasto permanente, no como la rampa que es un gasto de inversión, sino que es un gasto fungible, un gasto de capital humano, entonces estamos en la etapa de saber que está pasando con la situación laboral de las mujeres Sordas.

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—¿En qué se materializa la doble discriminación de ser mujeres y sordas?
—Tiene que ver con un tema de comunicación, para muchas personas oyentes ser sorda significa solamente el tema de la Lengua de Señas, muchas veces dan por sentado que las mujeres sordas saben leer y escribir. Muchas mujeres sordas han sufrido de deprivación en el tema de educación, las mujeres sordas mayores de 30-35 años la mayoría estuvo en un sistema educativo que las segregó y que las hizo formarse en ciertas capacidades manuales, pero no cognitivas. Son las nuevas generaciones de mujeres sordas que están en este minuto materializando una mayor igualdad de oportunidades que todavía no funciona con equidad.

Pero Sierralta también enfatiza en que la discriminación hacia las mujeres sordas también se materializa en un cuestionamiento hacia su rol de madre: “Se las ha invisibilizado, se les ha hecho sentir que son menos valiosas como madres por un tema de comunicación. Esa violencia estructural de discriminación que sufre las mujeres sordas se ve cuando una mamá sorda va con su hijo o hija al hospital o consultorio y los profesionales de salud les piden que vengan con la abuelita, con la mamá, con la amiga, es decir, la invisibilizan como madre porque el sistema no se puede comunicar con ella”.

“En este caso hay que entender que la problemática no es de las mujeres sordas, sino de un sistema discriminador“, comenta. En otras palabras, explica que “todavía se fomentan estas malas prácticas en Chile, a pesar que la Convención de Derechos de la Personas con Discapacidad ordena la accesibilidad en todo los sistemas de salud, de justicia, de educación. Es un derecho la Lengua de Señas y proveer los intérpretes es responsabilidad del sistema de salud, es responsabilidad del Estado“.

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