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Una mujer fantástica no sólo marcó un hito por ser el primer Oscar para Chile como Mejor Película Extranjera, sino que también fue un llamado de atención sobre las minorías sexuales en nuestro país.

En estos 10 años la sociedad chilena aprendió a distinguir entre una persona transexual, una transgénero, travesti u homosexual, y muchos apoyaron sus demandas de respeto e inclusión.

En CNN Chile valoramos la diversidad, incluyendo también al millón de inmigrantes que han llegado a enriquecer el mapa cultural.

En este reportaje por los 10 años de nuestro canal, Ivo Goic recorre el camino de cómo cambió la mentalidad de Chile.

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Caso Zamudio

La madrugada del 3 de marzo de 2012 marcaría un antes y un después en la historia de las minorías sexuales en Chile. Fue un guardia del Parque San Borja quien encontró a Daniel Zamudio Vera, de 24 años, inconsciente y gravemente herido después de recibir durante horas una brutal golpiza por parte de cuatro jóvenes.

La brutalidad del asesinato del joven homosexual de 24 años, quien agonizó por más de tres semanas en la Posta Central, movilizó a las autoridades y a los ciudadanos, quienes, indignados, llegaban hasta el centro de salud con carteles y velas esperando revertir una situación cuyo desenlace se conoció el 27 de marzo, cuando finalmente falleció.

La trágica muerte de Daniel Zamudio remeció a un país conservador, al que siempre le costó hablar sin tapujos de la diversidad sexual, y reabrió definitivamente el debate sobre la homofobia en Chile. El Gobierno anunció urgencia a un proyecto que dormía desde el año 2005 en el Congreso: la Ley Antidiscriminación fue promulgada en junio de 2012. Un texto legal que significó un avance definitivo en la igualdad de derechos. Su objetivo era y sigue siendo sancionar de manera efectiva cualquier caso de discriminación.

Daniel, sin saberlo, transformó a Chile en un país más tolerante frente a las diferencias, al menos legalmente. Pero la Ley Zamudio, para una parte importante de la sociedad, podía abrir nuevas discusiones. Puertas que no se abrirían fácilmente.

Debate por el matrimonio igualitario

Las discriminaciones a las personas LGTBI comenzaron a ser rechazadas de manera transversal, pero esto solo era el primer paso. Fueron años de lucha para conseguir respeto, pero el desafío que venía era mayor: consolidar el derecho a vivir en pareja, conformar una familia y conseguir reconocimiento jurídico para la convivencia del mismo sexo.

Chile se acercaba a su bicentenario y las minorías sexuales sólo escuchaban promesas de campañas, acuerdos verbales y buenas intenciones, pero el anhelo de las uniones civiles para personas del mismo sexo no se concretaba.

La sola posibilidad de legislar sobre las uniones de hecho era visto por los sectores más conservadores y eclesiásticos como un peligro para la sociedad, para la familia y el matrimonio. Mientras que al otro lado de la Cordillera, Argentina se convertía en el primer país de América Latina en reconocer el derecho al matrimonio igualitario y presionaba a que en Chile comenzaran las definiciones.

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Para el cardenal Francisco Javier Errázuriz, por ejemplo, podía ser “que dos personas, dos varones o dos mujeres quieran vivir juntos, compartir la vida. Pero llamar a eso matrimonio es una aberración“. Discurso que se repetía con especial énfasis en la derecha chilena, y por el mismo presidente Sebastián Piñera, quien insistía en que el matrimonio debía ser “entre un hombre y una mujer”.

Sin embargo, el 9 de agosto de 2011, en un hecho histórico, en La Moneda se firmaba el Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), un proyecto propio del gobierno de Sebastián Piñera y que no contaba con el apoyo de su coalición.

Desde esa fecha hasta fines del 2012, el tema estuvo congelado, hasta que 50 mil personas en las calles de Santiago volvieron a instalar el debate sobre el AVP. El 28 de enero de 2015 el Senado y la Cámara de Diputados aprobaron la unión civil que fue promulgada en a mediados de año en La Moneda. En masa las parejas llegaron a inscribirse y pedir fecha para octubre.

Migración

Las últimas cifras (abril de 2018) que posee el gobierno de los ciudadanos extranjeros que se encuentran en el país, llegan a 1.119.267 al 31 de diciembre de 2017. Ese número representa un 6,1% de la población del país.

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2010 había en Chile casi 370 mil inmigrantes, hasta un estimado de 1.119.267 (31 diciembre del 2017), principalmente provenientes de Perú (266.244), Bolivia (122.773), Venezuela (134.390), Haití (112.414), Argentina (87.926) y otros países (250.381).

El fenómeno de la inmigración se tomó la última década a nivel mundial. Chile no ha sido la excepción. Si en 2010 habían casi 370 mil migrantes, hoy son más de un millón los que viven en nuestro país. Muchos no han encontrado en Chile las oportunidades que buscaban, ni una sociedad que los integre.

Joane Florvil fue detenida y acusada de abandonar a su hija de dos meses en la Oficina de Protección de Derechos en la comuna de Lo Prado. La barrera del idioma impidió que  pudiera explicar la situación. Siete meses antes había llegado a Chile desde Haití.

Este episodio fue letal para Joane, quien casi un mes después murió en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Y eso no fue todo, su cuerpo estuvo durante meses en el Servicio Médico Legal (SML), esperando ser despedida por su familiares y poder volver a su tierra.

Chile se enfrentaba a la cara más triste de la inmigración y comenzó el debate sobre qué tan preparados estábamos para recibir a los migrantes.

Identidad de Género y Una mujer fantástica

Un premio histórico para Chile. Una mujer fantástica ganó múltiples galardones en su camino al Oscar, contando la historia de una mujer transgénero que sufre discriminación en Chile.

La actriz Daniela Vega decía: “En mi carnet hay un nombre que no es mi nombre y es porque el país en que yo nací no me entrega esa posibilidad“. Nada más cercano a la realidad que miles de personas viven en el país.

El Oscar llegó en el momento preciso para reactivar una discusión que durante la última década, y tras superar múltiples obstáculos, logró convertirse en ley.

Si bien fue en 2008 cuando por primera vez se comenzó a hablar de identidad de género en el Congreso, no fue sino hasta 2013 que se comenzó a discutir un proyecto de difícil tramitación y donde la libertad, la moral y la religión fueron parte del proceso.

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De gobierno a gobierno y de indicación a indicación, pasaba el proyecto que en el proceso logró un cambio significativo: resolver en el Registro Civil lo que se decidía a través de un juicio donde un juez dictaminaba en base a pruebas médicas y psicológicas si procedía o no el cambio de identidad.

Una década donde el debate también se tomó las calles. Marchas a favor y en contra de la “ideología de género” y hasta un bus que generó polémica con su mensaje.

Cinco años de tramitación que en septiembre de 2018 llegarían a su fin. En el Congreso Nacional parecía jugarse una final. Público dividido en las tribunas y los parlamentarios sacaron al debate sus mejores argumentos. Una votación histórica que permitirá que los mayores de 18 años puedan hacer su cambio de nombre y sexo registral vía administrativa, aunque necesitarán de dos testigos para ello. En el caso de los mayores de 14, deberán hacerlo a través de los Tribunales de Familia. Antes de esa edad, la ley no contempla la posibilidad de cambio.

Una legislación que no sólo se trató de la historia de Una mujer fantástica, y que Daniela Vega resumió en tres palabras: “Rebeldía, resistencia y amor”.

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