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Lo dijo un columnista del NY Times: el dilema de Egipto es que estaba dividido entre demócratas que son conservadores y liberales que no son demócratas. Un dilema que por ahora se saldó con un golpe de Estado a manos de la mayor fuerza: el Ejército. Hablamos de una institución con un presupuesto anual de 4300 millones de dólares 1400 de los cuales proviene directamente de un EEUU.

La segunda fuerza de importancia son los Hermanos Musulmanes y la 3ra la calle. Ninguna puede imponerse sola a las otras.

Terminó así, al año y 3 días, la recién estrenada democracia, el gobierno del primer Presidente electo democráticamente, el Parlamento y claro (muy importante) la nueva Constitución.

No pocos ven en la aprobación de esa Constitución el punto de inflexión que sellaría la suerte del mandato de Mohamed Morsi. Porque la escasa participación (32%) en el referéndum aprobatorio fue el símbolo de una forma de ejercer el poder cada vez más autoritaria. Una que lo llevó de ser apodado el Salvador a el Faraón.

Antes Morsi ya había intentado a través de un “decretazo” hacerse con poderes si no absolutos, al menos sospechosamente concentrados. Y ya había copado importantes espacios y puestos claves del Estado con sus Hermanos Musulmanes.

Por qué no soportarlo, si ya se habían soportado dictaduras. Si Nasser había estado 28 años en el poder y Mubarak 30? Probablemente porque tras la Primavera árabe la paciencia se agotó.

Y las calles volvieron a llenarse cuando la economía lejos de mejorar empeoró: casi la mitad de la población pobre, la inflación subiendo, también el desempleo, el desabastecimiento, la deuda pública y la criminalidad. Mientras; caía el turismo, el crédito y el crecimiento alcanzaba un escuálido 1,8%.

El Ejército y los liberales se declaran salvadores de la democracia interrumpiéndola. Los democráticamente electos conservadores nunca quisieron compartir poder. Futuro incierto para un actor clave en la región: el país con el mayor ejército árabe y el más poblado de ese mundo.

Panorama en el que el tutelaje del Ejército es pedido a lo largo de la historia, o aceptado en silencio, por uno y otro bando y al parecer va a seguir “arbitrando” en el mejor de los casos una democracia; en el peor, volverá a establecerse una dictadura con uno de los suyos a la cabeza.

Y como muchas veces se ha dicho que Egipto es el espejo de la región donde ejerce un liderazgo relevante, el futuro de Medio Oriente parece complicarse aún más. Siria, Líbano, Irán, la zona pasa por turbulencias que probablemente explican la timidez de EEUU. Frente a la caída de Morsi que le incomodaba por la islamización que hacía avanzar, aunque hubiera jugado un rol moderador en la última crisis en Gaza, primó el temor a una guerra civil.

Así la interrupción de la democracia pasó a un segundo plano para Obama. Como antes cuando palmoteó al dictador Mubarak. 

Mónica Rincón Periodista, conductora CNN Chile (En Twitter: @tv_monica)

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