Por Daniel Matamala
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El presidente Sebastián Piñera comenzó hoy una ronda de reuniones con partidos de la ex Concertación; una búsqueda de acuerdos que contrasta con las duras palabras que el presidente había tenido para la oposición.

Giros parecidos a los que ocurrieron en su primer mandato. Entonces, apenas llegó a La Moneda confrontó a la oposición en duros términos, diciendo que “en 20 días hemos hecho más que otros en 20 años”.

Pero luego llamó al diálogo con la misma fórmula: reuniones en La Moneda con líderes de partidos opositores. Un breve deshielo entre ambas partes.

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Hoy el panorama se repite. Después de un verano en que La Moneda confrontó a la oposición por Admisión Justa y el control de identidad, ahora el presidente convoca a reuniones buscando respaldo para sus grandes reformas: la de impuestos y la de pensiones. Ya logró un primer éxito: dividir a la oposición entre quienes aceptaron su llamado a conversar y quienes, como el Partido Comunista, lo rechazaron.

Sin duda La Moneda domina la táctica para desconcertar a la oposición y ganar el corto plazo; pero es menos claro que esta política de la mano a veces empuñada y luego extendida sirva para crear confianzas y negociar acuerdos en el Congreso, algo indispensable para el legado de largo plazo de un gobierno que no tiene mayoría parlamentaria.

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