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Hoy partió la segunda etapa de la Ley de Etiquetado. Los límites de calorías, sal, azúcar y grasas saturadas sobre los cuales aparecen los ya famosos sellos negros, se hacen ahora más estrictos.

Como en cada etapa de esta ley, los cambios son resistidos por las industrias de alimentos y bebidas. Y claro, hay asuntos discutibles, sobre todo los referidos a la publicidad dirigida a niños, que derivó en la prohibición de productos como Kinder Sorpresa.

Pero en su mayor parte la ley no prohíbe, sino que informa. Así, los consumidores tienen mejores herramientas para elegir productos saludables. Y las empresas tienen un incentivo para producir alimentos con menos calorías, sal, azúcar y grasa.

Varias ya lo han hecho, en rubros como los lácteos y bebidas de fantasía, cambiando fórmulas para librarse de los sellos y así diferenciarse de la competencia.

Ese debería ser el camino: consumidores bien informados que puedan premiar a las empresas que se preocupan de su salud y castigar en el bolsillo a las que no lo hacen. Ya hay algunos resultados: en el primer año de vigencia, el consumo de dulces y snacks cayó 4,4%.

Un tema urgente, considerando que hoy 3 de cada 4 chilenos tienen obesidad o sobrepeso, y por lo tanto aumenta su riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras.

Una crisis de salud pública, que Chile está enfrentando, en una experiencia que ya se usa como modelo en otros países.

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