Por Bruno Delgado

Del tablero de ajedrez a la papeleta de las próximas elecciones del 11 de abril. Ese es el desafío que emprendió Damaris Abarca, tetracampeona nacional de ajedrez, quien competirá por ser una de las 155 constituyentes y ser una pieza clave para la redacción de la Carta Magna.

La candidata a la Convención Constitucional fue inscrita por el Distrito 15 (Codegua, Coinco, Coltauco, Doñihue, Graneros, Machalí, Malloa, Mostazal, Olivar, Quinta de Tilcoco, Rancagua, Rengo, Requínoa) como independiente en un cupo de Convergencia Social, bajo el pacto Apruebo Dignidad, aunque “creo que deberíamos haber avanzado en más unidad” de la oposición, comenta en entrevista con CNN Chile.

“Es como que estamos jugando en un tablero de ajedrez, al frente están las negras súper consolidadas (Chile Vamos) y nosotros, las blancas (oposición), nos dividimos en cuatro grupos de piezas, obviamente se puede generar una sobrerrepresentación” del oficialismo, advierte.

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Si bien su nombre ha estado principalmente asociado a las competencias en este deporte representando a Chile, la biografía de la renguina también ha estado marcada por el debate público: es presidenta de la Federación de Ajedrez de Chile (Ajefech) y de la Asociación de Mujeres Ajedrecistas Chilenas (Ajefem), siempre con un pie en el tablero y otro en el activismo, dice.

Me gustaría ser la primera mayoría, eso es lo que me he propuesto. He participado en pocas elecciones y siempre he sido amplia mayoría, pongo todo de mí en estas responsabilidades, soy súper matea”, define como una de sus metas personales para la noche del 11 de abril, en tanto que a nivel colectivo “lo que más me dejaría satisfecha de la elección es que no hubiera sobrerrepresentación de los grupos que no quieren cambios“.

Movimientos de apertura

Aunque la vida de Damaris (30) ha estado llena de viajes en competencias internacionales, sostiene que sus raíces están echadas en la vida de regiones. Nació en Rosario, un pueblo pequeño en la provincia de Cachapoal, desde donde emigró con su familia a Rengo, donde vivió hasta que salió del colegio para estudiar Derecho en la U. de Chile, carrera que no terminó por dos motivos: a los 20 ya era campeona nacional de ajedrez y sentía que “no podía aportar a la sociedad bajo la norma general que es la Constitución, no me sentía parte de ese proyecto”.

Pero su actividad política comenzó mucho antes. En secundaria, a los 16 años, fue parte de la Revolución Pingüina (2006) como presidenta del centro de alumnos de Liceo Luis Urbina Flores cuando cursaba tercero medio. Casi 13 años, durante el estallido social, participó de cabildos, entre ellos el organizado por el Club Social y Deportivo Colo Colo. 

“Hay otro tipo de realidades que son más fuertes en las regiones, nunca he dejado de mirar las cosas como alguien de región, y si en este proceso constituyente puedo aportar, lo voy hacer con la visión de alguien que es de región”, asegura la candidata que también se define feminista, por lo que los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres y disidencias sexuales también están en su agenda.

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Entre sus prioridades se encuentran la descentralización del país y una agricultura amigable con el medioambiente que cuide los ecosistemas, pero que sea tan sustentable como rentable para los trabajadores de los territorios.

A esa lista además se suman tres temas que se han cruzado en su carrera: el deporte, la equidad de género y la infancia. Por una parte “vemos que en la actual Constitución se menciona a los niños una vez y más como un sujeto de protección que realmente un sujeto de derechos. Es elemental que debemos incorporar y redefinir ciertas temáticas, como el concepto de familia, porque se entiende como algo muy conservador”.

Por otra, destaca que su experiencia en Ajefem le ratificó la importancia de la representación de las mujeres y generar oportunidades para las niñas en todas las áreas, entre ellas el deporte: “El tema del deporte no es solo quiénes van a competir, porque esa también es como una mirada media patriarcal, encerramos el deporte sólo en la competencia y es más global que eso“.

“Existía el mito que el ajedrez era para los hombres”

La multicampeona, que ha viajado a campeonatos en todo el mundo y se ha enfrentado a los y las mejores ajedrecistas del mundo, conoció las piezas y al tablero de ajedrez en su casa, luego que su madre le enseñara el juego a su padre, quien hizo lo mismo con los hermanos de Damaris. Y ella aprendió mirando a los 7 años. Algo que comparte con Beth Harmon, la protagonista de una de las series más populares del 2020: Gambito de Dama.

Si bien dice que “existía ese mito de que era para los hombres”, finalmente “siempre lo jugamos en la casa, llegábamos de la escuela y jugábamos ajedrez, nos quedábamos hasta tarde, era algo muy de familia”.

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“Ya había ganado campeonatos, pero no sabía que se estudiaba tanto el ajedrez, que había teorías, aperturas. Tampoco tenía apoyo económico. Era de una zona rural e iba a estudiar y a entrenar con mi hermano a una biblioteca pública, no teníamos Internet y comprábamos revistas en tiendas de tercera y cuarta mano de ajedrez”, relata, junto con recordar que ya a los 13 años ganó competencias organizadas por Chiledeportes.

Este hito reforzó su convicción en el rol público: Como política de Estado propició que yo fuese campeona, por eso creo tanto en la incidencia estatal. Quizás nunca hubiese sido campeona nacional y ni obtenido medallas sudamericanas representando a mi país o jugado un mundial en Rusia, es muy importante crear esas oportunidades para más niños y niñas”.

El contragolpe

Como nueva referente del deporte, Gambito de Dama aparece prácticamente de forma natural en la conversación con una ajedrecista. Damaris evalúa que “está muy bien lograda en el sentido de que acerca cosas que son muy reales, como lo que hacemos en un campeonato. Ahora la gente lo entiende y se sorprende que podamos calcular tanto las jugadas, preparar contra quien jugas, analizarlo, mirar sus partidas, ver sus fortalezas y debilidades. Acercó, de alguna manera, a la gente a este mundo tan desconocido”.

Eso sí, de todas maneras precisa detalles que son tan fidedignos, como cuando la protagonista (interpretada por Anya Taylor-Joy) toca el reloj, las piezas o cuando bota al rey en un jaque mate. “Nunca se hace en la vida real, simplemente uno estira la mano y abandona”, cuenta. También critica que en las partidas no se habla con el oponente y que solo se pueden decir tres cosas: “ofrezco tablas” (empate), “abandono” (rendirse) y “árbitro” (para llamarlo), “pero no se puede hablar y ella le decía ‘por qué no abandonas’, eso no pasa”, ríe.

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Aunque sincera que entiende por qué se hizo así, advierte que “es un poco irreal cuando los ajedrecistas reaccionan bien ante esta mujer que es muy buena, porque lamentablemente lo que hemos visto en la historia del ajedrez es que cuando parece una mujer muy buena la han menospreciado“.

“Por ejemplo Borgov, el campeón ruso, dijo que hay que respetarla porque ella no tiene nada que perder, pero cuando en la vida real pasó algo parecido, el campeón del mundo dijo ‘esta chica tiene mucho talento, pero lamentablemente es mujer’. El tema del menosprecio a la mujer en la historia del ajedrez es super grande y no lo representa la serie”.

—Otra cosa que llama la atención son las partidas de una jugadora contra varios. ¿Son habituales?
—Es super normal. No sé cuántas simultaneas he hecho, 300 o 500. En España, en 2019, hice una gira de simultáneas, en Chile hicimos el récord de simultáneas en Punta Arenas, en Iquique hice una simultanea de 100 personas, estuve 3 horas jugando. Al final me ganó un japonés que era doctor en física cuántica, el tipo jugaba espectacular. Ahora en el verano tenía una gira que tuve que cancelar.

—¿Con cuáles piezas prefieres partir, blancas o negras?
Me gustan más la negras, pero tengo mejor puntuación con las blancas. Como comienzan, tienen una ventaja que es la iniciativa, pero el negro tiene el contragolpe que es otra técnica y juega a nivel sicológico. El blanco se desespera y quiere atacar, pero deja puntos débiles. Me gustan las negras porque soy una mujer de mucho contrataque.

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