El emblemático evento veraniego de Viña del Mar sólo se ha interrumpido por razones de fuerza mayor.
Es una tradición veraniega: desde hace ya varias décadas, el Festival de Viña se convierte en el epicentro musical y de la entretención chilena por casi una semana.
Una cita que se ha cumplido religiosamente, salvo por ocasiones contadas de fuerza mayor, a las que se podría sumar este martes la suspensión de la jornada por el masivo apagón que afectó a Chile desde Arica a Chiloé.
La más recordada es la suspensión de la noche final de Viña 2010, programada para el sábado 27 de febrero. Era un cierre con artistas icónicos de Chile y Latinoamérica: Vicentico y Los Fabulosos Cadillacs, Beto Cuevas y Los Jaivas.
Sin embargo, en la madrugada del sábado -y apenas una hora después de que se terminara la jornada de viernes en la Quinta Vergara- ocurriría el terremoto y maremoto de 8,8 de magnitud en la escala Richter que remeció la zona central del país. De manera obvia, la jornada no se pudo realizar.
La otra ocasión no fue así de abrupta, pero también obedeció a razones ineludibles. Viña 2020 fue uno de los últimos eventos masivos que se logró realizar antes que en marzo Chile enfrentara en su territorio la pandemia del Covid-19.
Si bien la edición de ese año logró salir adelante -pese a jornadas tensas, en medio de un Chile que venía recién de vivir el estallido social de octubre de 2019-, no ocurrió lo mismo con los festivales de 2021 y 2022.
Ambos se suspendieron de manera completa por razones sanitarias, retomándose las jornadas festivaleras en 2023.
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