{"multiple":false,"video":[]}

Luego de que el papa Francisco se reuniera con James Hamilton, Juan Carlos Cruz, y José Andrés Murillo, todos ellos víctimas de Fernando Karadima, se comprometió a darles una solución que pueda ayudarles a sanar las heridas causadas por los abusos.

Al poco tiempo envió una carta solicitando a los obispos chilenos que asistieran a Roma porque quería reunirse con todos personalmente en el Vaticano.

Desde este miércoles pasado comenzaron las reuniones de los miembros de la Conferencia Episcopal chilena con el Sumo Pontífice en Roma, las que duraron hasta este viernes donde los clérigos informaron que pusieron sus cargos a disposición.

Fue durante la primera reunión que tuvo el papa Francisco con los obispos chilenos, la que duró sólo 45 minutos en la sala Paulo VI del Vaticano, que les entregó un texto de 10 páginas y los mandó a meditar sobre estas palabras.

No se había hecho público dicho texto, pero este jueves el medio T13 publicó el documento que el papa Francisco les entregó a religiosos chilenos.

Entre otras cosas, en el texto el Sumo Pontífice señala: “mis enviados han podido confirmar que algunos religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos atribuyéndolos a simple debilidad o falta moral, habrían sido acogidos en otras diócesis e incluso, en modo más que imprudente, se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad”.

El papa llamó la atención diciendo que la Iglesia chilena se “ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: Su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este ‘cambio de centro eclesial'”.

Confesar el pecado es necesario, buscar remediarlo es urgente, conocer las raíces del mismo es sabiduría para el presente-futuro. Sería grave omisión de nuestra parte no ahondar en las raíces. Es más, creer que sólo la remoción de las personas, sin más, generaría la salud del cuerpo es una gran falacia. No hay duda que ayudaría y es necesario hacerlo, pero repito, no alcanza , ya que este pensamiento nos dispersaría de la responsabilidad y la participación que nos corresponde dentro del cuerpo eclesial. Y allí donde la responsabilidad no es asumida y compartida, el culpable de lo que no funciona o está mal siempre es el otro”, dice la misiva y agrega  “Por favor, cuidémonos de la tentación de querer salvarnos a nosotros mismos, salvar nuestra reputación (“salvar el pellejo”); que podamos confesar comunitariamente la debilidad y así poder encontrar juntos respuesta humildes, concretas y en comunión con todo el Pueblo de Dios. La gravedad de los sucesos no nos permite volvernos expertos cazadores de “chivos expiatorios”. Todo esto nos exige seriedad y co-responsabilidad para asumir los problemas como síntomas de un todo eclesial que somos invitados a analizar y también nos pide buscar todas las mediaciones“.

 

 

Tags:

Deja tu comentario