Recién el 11 de septiembre de este año, último día estipulado para el cambio de candidatura presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva oficializaba que dejaba la carrera y daba paso a su ex ministro de Educación, Fernando Haddad.

En una carta escrita desde la cárcel, el ex mandatario condenado a 12 años por corrupción y lavado de dinero, anunciaba quién sería su compañera de fórmula: “Como candidata a vicepresidenta, tendremos a la compañera Manuela D’Ávila, confirmando nuestra alianza histórica con el PCdoB (…) Nuestra lealtad, la mía, de Haddad y Manuela, es con el pueblo en primer lugar”.

Lo que pasó después es conocido. En la primera vuelta del 7 de octubre el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro obtuvo el 46% de los votos, muy por sobre el 29% de la lista del PT. Las explicaciones han apuntado a un país decepcionado por la corrupción, que ve en Haddad la continuación de un sistema del que quieren escapar. La historia de D’Ávila, sin embargo, es distinta, y fuera de Brasil, menos conocida.

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Comunista

Aunque terminó postulándose como vicepresidenta en la lista del PT, el panorama para Manuela Pinto Vieira d’Ávila (37) era distinto a comienzos de este año. Como militante del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), lanzó su candidatura presidencial en enero -la primera desde la redemocratización del país en 1985-, presentándose como “la candidata feminista”.

Antes de todo esto fue concejal de Porto Alegre en la elección de 2004, convirtiéndose en la más joven de la historia del municipio, y se desempeñó como diputada federal entre 2007 y 2015. Se le ha llegado a comparar con Camila Vallejo, no solo por su corriente comunista, sino también por sus inicios como dirigente estudiantil.

Estudió periodismo en la Pontificia Universidad Católica del Río Grande del Sur y Ciencias Sociales en Universidad Federal del Río Grande del Sur. Para el ’99 pertenecía a la Juventud Socialista (UJS) y en 2003 se incorporaba a su dirección nacional y asumía como vicepresidencia Sur de la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE).

Feminista

D’Ávila es el opuesto de Bolsonaro. Partidaria del aborto libre y de una nueva ley de drogas, en 2016 fue criticada por amamantar a su hija de 4 meses en una sesión de la Asamblea Legislativa de Río Grande del Sur. Entonces escribió en Facebook:

“¿Qué es lo que llama la atención en esta foto? Mujeres en espacio de poder, niños en espacios de poder. La política es masculina y machista, no tiene espacio para las mujeres”.

Mientras Bolsonaro es conocido por su frase “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual”, de D’Ávila se han escuchado críticas como: “la sociedad machista valora a las mujeres por su cuerpo. Antes yo era ’la gorda’ y después me convertí en ’la musa’. Cuando cuestionaba ese rótulo, era hostilizada. Me decían, ’qué aburrida eres, ¿a quién no le gusta ser bonita?’”.

Millennial

A sus 37 años es considerada una de las promesas de la izquierda brasileña y fue dos veces nominada al premio nacional de “parlamentario del futuro”. Cuenta con un alto grado de aceptación entre las mujeres, y también entre los jóvenes, quienes siguen sus constantes publicaciones en redes sociales.

Recientemente se vio enfrentada al fenómeno de las fake news, luego que el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil ordenara que Facebook eliminara páginas de usuarios con información falsa sobre ella y Haddad.

Con este background D’Ávila llegará junto a Haddad al balotaje del 28 de octubre. Elección que, según la mayoría, ya está ganada por Jair Bolsonaro.

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