Por Paula Escobar
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El 2023 nacieron quince mil niños menos que el año pasado. La tasa de natalidad es de 1,3 en Chile, y sería peor sin las y los migrantes. Esto está muy por debajo de la tasa de reemplazo que es de 2,1.

Nuestro país se envejece, lo cual alterará todos nuestros problemas, desde las pensiones hasta las ciudades. Y la clase política no logra ponerse de acuerdo para aprobar políticas que ayuden a que tengamos el futuro que significa tener más niños y niñas.

Mi intención es que en este año político no se olvide la agenda urgente de tener una sala cuna universal. Lleva años tramitándose, y quedó parada después de que se rechazara la idea de que fuera parte de la reforma de pensiones.

Lo cierto es que es más que urgente y en muchos planos: la principal razón de las mujeres con hijos pequeños para no trabajar es no tener con quien dejarlos. No tener sala cuna universal nos quita del talento y del trabajo de millones de mujeres que saldrían de la pobreza o mejorarían sus vidas y las de sus familias, que tendrían independencia económica y un mejor porvenir.

Chile pide a las mujeres que trabajen y que sean madres, y no las ayuda para nada para lograrlo. Se requieren políticas públicas que, primero, fortalezcan la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el cuidado, y que apoyen a quienes han decidido ser padres y madres.

Sala cuna universal y de calidad es lo básico para partir. Es la mejor política socialdemócrata, como dice Gosta Esping-Andersen.

Mi llamado es a que el Gobierno no renuncie a que la sala cuna universal sea parte de su legado, y también que la oposición no se lo impida. Altura de miras, por favor. Sala cuna universal 2024 para nuestros niños y niñas, y especialmente para demostrar que en Chile sí se puede avanzar por sobre las legítimas diferencias políticas.

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