Comúnmente se dice que con un par de copas de más, los idiomas fluyen naturalmente, y esta tesis se comprobó en un experimento en Holanda.
La prueba se realizó a alemanes nativos, quiénes se tenían que comunicar con holandeses, donde a la mitad del grupo se les dio agua, y a la otra mitad cerveza.
El objetivo del estudio era observar que sucedía con la fluidez del idioma holandés en estudiantes alemanes de la Universidad de Maastricht, y los resultados arrojaron que los jóvenes que habían bebido alcohol, a pesar de tener el mismo dominio en gramática, vocabulario y argumentación, mejoraban su pronunciación notablemente.
Los resultados los dieron holandeses nativos, que no sabían quiénes habían consumido alcohol y quiénes no.
Por último, los investigadores concluyeron que la dosis de alcohol tiene que ser moderada para que el idioma extranjero sea fluido.
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