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La conexión entre biología, salud mental y fenómenos sociales es cada vez más investigada. “Enfermamos cuando nuestros vínculos sociales no son adecuados. No solo mental, sino que también biológico. Esto se entiende porque no somos un cerebro con patas: somos un cerebro con un cuerpo, con afectos, con cultura“, explicó Agustín Ibáñez, neurocientífico y Director del Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Para el especialista es importante entender que los seres humanos son organismos situados en un contexto. “A nivel neurocientífico, el cerebro es un órgano social, está preparado y hecho para la interacción social. Madura y evoluciona a través del vínculo. Se libera oxitocina y vasopresina por la vinculación social”, afirmó.

El neurocientífico abordó los desafíos de la salud mental en la actualidad. “Un aspecto crucial que ha determinado nuestra resiliencia mental es la socialización, y que nuestra sociedad ha descuidado sistemáticamente: los cambios en la estructura de la familia, el trabajo centrado en el individuo y el énfasis en las capacidades puramente cognitivas”, aseguró.

Ibáñez conversó sobre su estudio de prosocialidad en tiempo de pandemia, que desarrolló con investigadores alrededor del mundo. “La prosocialidad es una palabra que se refiere a un conjunto de habilidades que tenemos las personas para apoyarnos entre nosotros, como la empatía, la decisión cooperativa, la capacidad de ponerse en el lugar del otro”, dijo.

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El argentino lideró un estudio en más de 50 mil personas en alrededor de cuarenta países, que fue publicado por la revista Humanities and Social Sciences Communications. “Encontramos cosas muy importantes. El sentido de identidad nacional, el sentirse parte de un nosotros fue crucial para lidiar con los cambios que exigía la pandemia: el confinamiento, el aislamiento, los hábitos de higiene. Las personas prosociales fueron las que se adaptaron mejor para el bien común, pero a la vez eran las personas que más sufrían”, detalló.

“Aprendimos que la pandemia tuvo un impacto desigual de forma brutal. (…) Hay un estudio que se hizo en Chile publicado en la revista Science, que mostró que depende de dónde vives el impacto en la salud por coronavirus es cuatro veces más grande”, agregó.

Para Ibáñez es fundamental promover la naturaleza social en los tiempos actuales. “Tenemos que desarrollar la cooperación, la compasión, la regulación emocional. En un mundo donde hay cada vez más incertidumbre y en tres años nos cambió la perspectiva a futuro de una forma tremenda”.

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La soledad es un factor para los trastornos mentales. “El no sentirse solo no funciona rodeándote de gente. Funciona buscando vínculos duraderos, autoconciencia, autorregulación emocional. (…) ¿Cómo reaccionamos cuando alguien nos dice algo que no nos gusta? Ese proceso de autorregulación es fundamental para la salud mental”, explicó.

La toma de decisiones sociales, la capacidad de cooperar y de conectar con los aspectos emocionales propios y ajenos son valores que destacó el investigador. “Hoy en día con la automatización y con el desarrollo de las máquinas, lo que va a tener valor agregado, lo que va a hacer una diferencia, no es tu capacidad de cómputo o tu inteligencia. Va a ser cómo autoregulas tus emociones, cuán creativo eres, cómo aprendes a trabajar en equipo, cómo disminuyes la alostasis, cómo te vuelves resiliente y cómo creas motivación y horizontes en común”, añadió.

 

 

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