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Como todos los chilenos que lo vivieron, Luciano Fouillioux recuerda perfectamente qué estaba haciendo el 11 de septiembre de 1973. Solo tenía 18 años y jamás imaginó que aquel día definiría prácticamente toda su vida. Al igual que su padre, lo suyo era el derecho, pero probablemente jamás pensó que los siguientes 50 años de su vida los dedicaría a buscar justicia para los crímenes de la dictadura que se instaló aquel septiembre y permaneció durante 17 años.

Partió acompañando a desesperadas familias en el Comité de Cooperación para la Paz en Chile, más conocido como el Comité Pro Paz, y conoce la historia de casi todas las víctimas que recuerda el Museo de la Memoria. Uno de los primeros casos que conoció el abogado fue el de los 38 campesinos que fueron asesinados en la comuna de Paine el 16 de octubre de 1973, cuyos restos se encontraron en los hornos de Lonquén.

Asimismo, participó en la Mesa de Diálogo que convocó el presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle en 1999, integró la Comisión Valech el 2003 y fue el abogado de la familia del asesinado general Carlos Prats. Además, hasta hoy, y como abogado del caso, sostiene que el presidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado.

En entrevista con CNN Íntimo, Luciano Fouillioux Fernández expresa sus sentimientos respecto al Museo de la Memoria y lo que esta institución alberga: “Me evoca un sentimiento de nobleza ética y moral del país, del Estado, con las víctimas y sus familiares, testimonio fiel del no olvidarlos, porque, como se dice, la muerte es muerte cuando tú olvidas a la persona“.

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“No sobra nadie, pero faltan muchos”

“Creo que toda esta gente tenía derecho a vivir“, manifiesta el abogado respecto a lo que calcula, aproximadamente, fueron 3.300 víctimas “fruto de las ejecuciones o de la desaparición”. De esta manera, continúa, “en este país no sobra nadie, pero faltan muchos, faltan ellos y faltan hoy día a todas las víctimas de la pandemia“.

Agencia Uno

Respecto a la Comisión de Búsqueda que anunció el presidente Gabriel Boric, en el marco de los 50 años que se conmemorarán del golpe de Estado, ante la posibilidad de realmente encontrar a las víctimas, Fouillioux sostiene que “el presidente está obligado a hacerlo, verá él con que método (…) pero sabemos que gran parte de ejecutados y desaparecidos no los vamos a encontrar; La explicación es una sola: saber dónde los dejaron“.

En cuanto a la importancia de reconocer el destino final de las víctimas, afirma, “jurídicamente es importante para la causa de derechos humanos en general y es éticamente esencial para la explicación a las nuevas generaciones y los familiares de estos jóvenes”, subrayando que “para las Fuerzas Armadas es una oportunidad inmejorable de cerrar un ciclo en que tristemente se metieron (…) Las FF.AA. merecen que nuestras nuevas generaciones de militares o uniformados merecen una mirada distinta también por la población”.

En torno a las nuevas generaciones, el abogado sostiene que es la institución y no los nuevos uniformados, quienes quedaron comprometidos penal y legalmente, y que “portar hoy día un uniforme no es signo de maldad, no nos engañemos (…) también hubo en esa época uniformados leales a la democracia que lo sufrieron, como el caso del general Prats”.

“Soy de los que cree que no estamos viviendo una época de cambios, sino que un cambio de época, que es distinto, en Chile y en el mundo”, expresa Fouillioux sobre el presente, y destaca, “se están revisando los modelos políticos, perfeccionando la democracia, desarrollando mejores los institutos de protección, sobre todo los de DD.HH.”.

Respecto a las 12 mil carpetas con testimonios de conscriptos que se encontraron en una bodega de la subsecretaria de Derechos Humanos, dependiente del Ministerio de Justica, asegura desconocer las mismas y detalla que fue Lorena Fries, quien “reunió información y esa información fue archivada (…) desde el Poder Judicial mandaron a buscar las carpetas y ahí puede haber información importante”.

¿Qué valor tienen esas carpetas?

Son muy valiosas, la omisión en la entrega de esos antecedentes, independiente de quien haya sido, es grave porque nada lo justifica (…) Podríamos habernos ganado cinco años.

Agencia Uno

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Defensor de los derechos humanos

Sobre su decisión de estudiar derecho, expresa que “debe haber sido fruto de varias cosas”, entre ellas, su paso por el Instituto Nacional, lugar en que “conoció la diversidad y la historia cívica del país”.

“De ahí salí justo para la época del golpe e ingresé a la universidad al año siguiente, teniendo en claro que a mí me parecía que era duro lo que estaba viviendo el país (…) ahí entendí de que junto al sentido humanista, para mí lo esencial es la persona humana en sus distintas facetas, y si necesita que se ayudada, hay que ayudarla”, dice.

En ese sentido detalla que al estudiar derecho “no tenía ninguna otra justificación que no fuera ponerla al servicio efectivamente de la protección de las personas y de la promoción de las personas, ya que a la personas no hay que solo protegerla físicamente, sino que hay que generarle las condiciones para que se desarrolle espiritual y vocacionalmente también él y los suyos (…) no me arrepiento, ha sido duro, pero no me arrepiento”.

A 49 años del caso de Paine, donde aún no existe sentencia, el abogado dice que lo ha marcado mucho “porque se trata de la brutalidad que sucedió. Se trata del padre de una gran amiga mía que dedicó su vida a buscar a su padre, Pamela Pereira, que se le fueron hasta recursos importantes en la compra de información falsa, a militares”.

“49 años es una atrocidad, eso está fuera de toda discusión, pero para que los jueces avancen también deben tener información”, añade.

¿Te das cuenta de lo que ha significado tu carrera para la historia de este país?

—Yo he hecho lo que tenía que haber hecho cualquier hubiera sido mi profesión (…) Si en este caso mi profesión estuvo ligada al trabajo de la justicia y de la protección de las personas, hice lo que entendí que tenía que hacer y no aquellas otras cosas que me podrían haber hecho probablemente vivir con mejor bienestar o con mayor tranquilidad. No es más que eso, pero tampoco es menos y si ha servido de algo para aportar un grano de pacificación y de mejor desarrollo para este país, está bien, es suficiente.

Agencia Uno

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