Por Matilde Burgos
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Es el representante más visible de la tercera generación del clan familiar Matte. Sus compañeros del Tabancura lo recuerdan como un alumno más bien tímido, pese a que en cuarto medio se tomó el colegio y la generación completa quedó sin viaje de estudio.

Así y todo, pocos hubiesen apostado por el rol de liderazgo que hoy tiene, pero era parte de su vocación.

Su madre, Patricia Matte, decía que a este hijo le habría gustado dedicarse a la política, pero como era el mayor de los hombres, su destino era prepararse para integrar el grupo económico familiar.

Estudió Ingeniería Comercial en la Católica, realizó un Master en Finanzas en Londres y sólo después se integró a una de las sociedades del holding.

Ejerció diversos roles en el grupo, el último es la presidencia de Colbún, cargo que dejó en 2017 para presidir la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), lo que se interpretó como un golpe de timón de las nuevas generaciones: más prácticas, menos ideológicas.

Está casado hace 15 años y es papá de tres hijos. Este es su segundo período a la cabeza de la Sofofa, en uno de los momentos más complejos de la historia reciente de Chile.

En conversación con CNN Íntimo, Bernardo Larraín Matte abordó la crisis social, el rol que ha tenido el empresariado desde el estallido, analizó la agenda antiabusos, recordó el caso de colusión del papel tissue y reveló que está orgulloso de pertenecer al clan Matte.

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Bernardo comenta que en la Sofofa han vivido el estallido social con mucha reflexión, sin embargo, cuestiona el oportunismo que han tomado algunos sectores.

“(La) reflexión es necesaria porque muchas veces uno ve personas que a las 24 horas desde que comenzó esta crisis, ya esgrimían sus tesis, esgrimían soluciones inmediatas, que siempre supieron que debían implementarse. Yo creo que eso es malo. Ese oportunismo de decir ‘yo sabía que esto venía, yo lo predije’, me parece que no es bueno porque es, precisamente, en momentos de crisis cuando es necesario procesar, reflexionar, y a partir de esa reflexión, auscultar cómo esas manifestaciones, esas demandas (…) se conectan con los dolores, temores del chileno medio”, comenta.

Si bien recalca que la reflexión en estos tiempos es importante, asegura que también se debe dar lugar a acciones tanto en el corto, mediano, como en el largo plazo.

“Muchas veces se dice ‘la empresa no está haciendo mucho’, por una sencilla razón: la empresa no hace anuncios por cadena nacional, la empresa son miles de realidades”, añade.

Sobre el rol del empresariado durante la crisis, y las soluciones que entregan, sostuvo que han realizado una serie de recomendaciones, ya que eso “nos corresponde como gremio”.

“Cuando hablamos de remuneraciones, yo nunca voy a decir una cosa que no pueda implementar la Pyme de Arica. Trato de empatizar con todas las realidades empresariales”, expone.

En cuanto a las soluciones, ejemplificó a las que involucran las actuales remuneraciones, sosteniendo que las “empresas asociadas a Sofofa, el 84% de las personas están sobre $500 mil”. De esta manera, dice que el desafío es “seguir ese camino ascendente de condiciones económicas”.

—¿Para ese 16% no hay un piso mínimo que ponga Sofofa? Para todos nuestros asociados el piso será esto.
—El piso mínimo es simplemente dar señales. Siga ese camino ascendente. Dado lo que ha pasado a partir del 18 de octubre, camine una milla extra. Y no solamente el capital económico, que es lo que estamos hablando hoy día, remuneraciones. Lo más dramático muchas veces en el debate público se concentra en las remuneraciones del asalariado privado y no ve, por ejemplo, las situaciones mucho más dramáticas, que es el mundo informal: los empleos por cuenta propia. El promedio de ese mundo, de ese 22% del empleo, tiene remuneraciones de $320 mil.

En esta línea, agrega que otro de los puntos que plantearon desde el empresariado fue mejorar el capital social dentro de las empresas, es decir, el trato y los espacios de trabajo horizontal.

“Uno va a los países escandinavos, al mundo anglosajón, y son espacios de trabajos completamente abiertos, donde no hay categorías de oficinas según el nivel de la persona dentro de la asociación. Esas cosas de capital social, de trato, de espacio laboral, de dignidad dentro del trabajo, de calidad de los espacios laborales, son tanto o más relevantes que el capital económico”, explica.

Sobre la rabia de la sociedad y la responsabilidad que asumen desde el empresariado, indica que es necesario ver lo que han hecho, lo que omitieron y los errores que cometieron.

“Yo me resisto a decir que Chile, y me refiero a su política, Estado, empresa, sociedad civil, tiene una especie de propensión estructural hacia las malas prácticas, el abuso. Yo honestamente creo, y quizás no es políticamente correcto decirlo hoy día, que Chile sigue teniendo una vilipendiada política que está en la frontera de Latinoamérica (…) Una sociedad, que, en cuanto a escrutinio, también está en la frontera de Latinoamérica. ¿Por qué en Chile se visibilizan más las cosas? Porque hay mucho más escrutinio. Yo estoy seguro de que la política chilena es mejor que la de todos nuestros vecinos, estoy seguro de que la empresa chilena es mejor que la de nuestros vecinos, y no lo digo con soberbia, lo digo con humildad. Yo no quiero que desde la crisis empecemos a construir un país donde básicamente hay malos y buenos, hay abusadores y abusados”, asevera.

A su vez, reflexiona en que “todos tenemos que asumir que estábamos conectados con una parcialidad de Chile. Desde el mundo empresarial decimos con mucho orgullo que nuestra empresa, con los trabajadores, tenemos un vínculo estrecho y tenemos una relación constructiva”.

Es por esta razón, indica, que actualmente camina con mucha más empatía. “Uno mira más, observa más, conversa más, porque uno estaba conectado con una cierta realidad de Chile”, dice.

—¿Qué te pasó cuando viste esta manifestación en el portal?
—Yo claramente tengo un reproche de esa repuesta, del ‘¿qué haces tú acá?, ándate a tu población’. No puedo estar más distante de eso, ese es un diálogo que ni siquiera en un momento difícil para esa persona, que se ve atemorizada por un accionar violento, puede expresarse espontáneamente. Eso debe hacer pensar a esas personas, que así se expresan, por qué lo
hacen.

En la misma línea, hace un llamado a no juzgar. “Cuando uno ve a ese joven y lo juzga solamente cuando está actuando violentamente en ese momento y no piensa cuál es la historia de ese joven. ¿Qué pasó cuando ese joven estaba
en segundo medio y quizás estaba en un liceo técnico de un sector vulnerable?, que en ese momento soñaba con trabajar en una empresa, y que siguió ese camino educacional y que después se vio frustrada esa posibilidad de empleo. O quizás antes de ese camino tuvo que desertar de la educación superior porque no pudo pagarla, porque tenía el CAE, terminó fuera del sistema y terminó en un círculo violento, con drogas”, reflexiona.

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El camino hacia la confianza

Cuando ocurrió el caso de la colusión del papel higiénico, Larraín Matte integraba el directorio de la rama tissue de la CMPC. Recuerda que ese hecho fue un impacto profundo a los consumidores y que inmediatamente comenzaron “un largo camino de reestructuración y de recuperar la confianza”.

“Una reflexión que uno hace es la siguiente: en estos momentos en que se anuncian agendas antiabusos, es muy importante que los directorios de las empresas asumamos un rol súper relevante, básicamente la construcción sistemática y permanente de culturas empresariales. El principal antídoto contra una mala práctica, que comienza como un atajo”, manifiesta.

Respecto al rol del directorio en estas situaciones, explica que “un aprendizaje que hago es que las empresas crecen, se expanden y se tiene que profesionalizar la administración (…) siento que muchas veces se pasa a un extremo que no es bueno, que es que los accionistas se distancian de ese rol tan importante que es construir, ser guardianes de culturas de integridad y que también conjuguen la innovación (…) Innovar y al mismo tiempo hacerlo de forma íntegra. Esos proyectos son todos difíciles, son todos tensionantes, de repente llega a un nuevo mercado y pasan años sin poder tomar una posición suficiente para poder empezar a generar valor. Entonces esa tensión, obviamente de repente puede generar tentaciones de atajo”.

—Pero esas tentaciones de atajos son, finalmente, delitos tributarios.
—Por supuesto, inicialmente son atajos y terminan siendo delitos gravísimos que dañan la confianza de los mercados y la empresa. El primer deber de una empresa, claramente, es resguardar la libre competencia de los mercados.

—Hoy día, si se aprueba la reforma, habrían ido presos. ¿Tú estás de acuerdo con que hubieran ido a la cárcel los responsables?
—Por supuesto. Hoy día es así y yo creo que sanciones altas, que son disuasivas, las empresas son las primeras que lo agradecemos.

En cuanto a la opción de que el Ministerio Público tenga un rol más independiente de investigar esos casos, afirma que “cuando son situaciones complejas, es bueno que una instancia especializada haga la investigación inicial para que luego se proceda a presentar las querellas criminales”.

—¿Debiera tener el rol de iniciar la investigación la Fiscalía independientemente?
—En momentos de crisis, por supuesto que hay demandas de la gente que exigen respuestas inmediatas, pero los liderazgos políticos, empresariales, aunque estemos en crisis, no hay que perder la posibilidad de hacer un análisis crítico de las cosas que se plantean. Yo creo que sí la agenda antiabusos está alimentada por un diagnóstico que no comparto: que este es un país de abusadores y abusados, de malos y buenos, que es lo que termina ocurriendo. Aquí no se trata de la magnitud de las sanciones ni que haya penas de cárcel, eso lo compartimos.

A su vez, señala que se debería fortalecer “la Fiscalía Nacional Económica, el Tribunal de la Libre Competencia, (Servicio) Impuestos Internos. Yo creo que Impuestos Internos no puede depender de un gobierno de turno, tiene que ser una entidad autónoma al Estado de Chile que merezca toda la confianza”, opina.

—En la agenda se propone la creación de un registro de dueños finales de empresa, público, ¿está de acuerdo?
—Eso para muchas empresas de Sofofa no es relevante porque hoy día las empresas abiertas en bolsa, que son muchas empresas en Sofofa, sobre todo las más grandes, tienen total transparencia de todo. Si tú vas a la memoria de Colbún lo tienes todos, quiénes son los accionistas, los directores, los controladores finales.

No obstante, agrega que “creo que también es legítimo que un empresario, emprendedor pequeño, opte por tener su empresa privada (…) Las regulaciones tienen que establecer que se transparenten los conflictos de interés”, añade.

—¿Aunque participe de licitaciones públicas y uno no sepa finalmente a quién le están vendiendo?
—Las regulaciones tienen que establecer que se transparenten los conflictos de interés. Que en cada licitación se establezcan qué cosas son relevantes para ese servicio, para ese producto que se vende.

—¿Por qué no la lista general?
—Porque la lógica de que tú constituyas estas entidades jurídicas, que son las que emprenden, que toman decisiones, riesgos, y se separa la entidad jurídica de quienes son sus dueños. ¿Qué pasa con una empresa que tiene 20 mil accionistas? ¿Vas a tener que tener quiénes son los hermanos, los abuelos de esos accionistas? Yo creo que hay ciertos excesos regulatorios que están bien inspirados

Además, sostiene que “todos los titulares de la agenda antiabusos los compartimos. Ahora, cuando bajemos a los proyectos de ley, no perdamos la capacidad de hacer un análisis crítico y no inspiremos esta agenda en este supuesto, que no comparto, de que la política chilena, el Estado de Chile, y la empresa chilena, tienen una propensión mucho mayor al abuso que en otras latitudes”.

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La falla del Estado y la empatía con Piñera

Sobre la reforma tributaria y a la disposición de la empresa a asumir una carga tributaria mayor, Larraín Matte señala que no le gusta el concepto de que la empresa “esté dispuesta”.

Son decisiones que toma la política y la empresa la sigue. Lo que nosotros hacemos es opinar qué es una buena política pública y una mala. Por eso no me gusta la frase si estamos dispuestos a… como si tuviéramos una especie de derecho preferente”, manifiesta.

En esta línea, indica que “la discusión tributaria no dice relación ni con generosidad ni con buenismo. Dice relación de qué es una buena política pública o no. Yo creo que los países cuando se desarrollan deben subir su carga tributaria”.

—¿Se podría subir en un 1%?
—Hay que trazar un camino de mayor carga tributaria que se acompañe también con un camino de mayor desarrollo y crecimiento. Yo entiendo que la agenda prioritaria sea la social, entiendo que haya también una agenda institucional y constitucional relevante, pero no dejemos debajo de la alfombra una agenda de desarrollo integral, porque vamos
a poder aumentar la recaudación si tenemos una base que aumenta. Se debate sobre la tasa y no sobre la base en la que se aplica.

Igualmente, se abre a explorar otras fórmulas complementarias.

—Hay otras fórmulas, que es socializar las utilidades del patrimonio. 
Nosotros hemos estudiado mecanismos de países europeos, norteamericanos, del mundo escandinavo, mecanismos interesantes de participación de utilidades y yo creo que tenemos que dar un paso adicional en Chile. Hay muchos mecanismos, desde la simpleza de un bono a fin de año vinculado a resultado. Pero también hemos visto la lógica de que las empresas con aportes empresariales en función de los años que les va muy bien, se capitalicen, se constituyan fondos que son administrados en forma independiente de la empresa que van destinados a mejorar el ahorro individual para las pensiones, a mejorar los planes de salud, los planes de beca para los hijos de los trabajadores. Yo creo que se puede dar un paso adicional en vincular a los trabajadores de mejor forma con el éxito de la empresa.

—Cuando hablamos de desigualdad, hablamos de ingresos, pero la desigualdad de capital es mucho más grande. ¿Le parece injusta la concentración de capital?
Cuando uno habla de capital algunos piensan que ese capital está en activos líquidos, en una bodega, que está inmovilizado. Cuando uno desde el punto de vista mío personal, que soy parte de un grupo empresarial, que tiene participación en muchas empresas, yo lo único que pienso siempre es lo siguiente: ¿dónde está nuestro capital? Yo respondo ‘está invertido en empresas, está en activos físicos, está en plantas, está en bodegas, en centros de distribución, está en obras
civiles, ahí está el capital’. Ese capital está generando valor para la economía.

—¿Le parece una buena idea la de Bill Gates de crear una fundación a la que donó la mitad de patrimonio?
Por supuesto. Yo lo dije una vez y fui malinterpretado. En contexto de esta crisis básicamente
dije ‘hay que aumentar y profesionalizar la filantropía en Chile’. La presunción era que yo había dicho que la solución a la crisis era la filantropía. No es así, hay miles de caminos, pero creo que la filantropía de las personas, no de las empresas, se está profesionalizando en Chile, pero hay que profundizar ese camino. También las regulaciones tienen que ser más facilitadoras de la filantropía, de las donaciones.

En otro ámbito, cuestionó, a su juicio, las fallas del Estado y que no fueron incorporadas en la agenda antiabusos.

“Los ciudadanos están todos los días expuestos a abusos del Estado, al mal servicio del Estado (…) Cuando tenemos un presupuesto fiscal que tiene que subir para mejorar las pensiones, para aumentar el salario mínimo garantizado, ese esfuerzo público es tan grande que es completamente impresentable que el Estado sea tan ineficiente en muchas dimensiones”.

—¿Como actúa el Estado en la crisis?
—El Estado, y en particular la política, lo veo con cierta preocupación, una lógica política que no está a la altura de la crisis que estamos viviendo. El oficialismo dice ‘es fundamental una agenda de seguridad y orden público’, la oposición dice ‘no, primero la agenda social’ (…) Esa dinámica política que pareciera ser la típica de tirar el elástico, propio de los tiempos normales, no está a la altura de los tiempos que estamos viviendo.

Respecto al rol del presidente Piñera durante la crisis, asegura que “Chile se precia de una cierta fortaleza institucional de darle salida institucional a sus crisis y un primer requisito de ese concepto es no engrosar la lista de países cuyo gobierno no termina su mandato”.

—¿Hay malestar en el sector hacia el presidente?
—En lo personal yo empatizo con la dificultad y complejidad que está enfrentando el presidente y respeto muchísimo la institución del presidente de la República, así como también respeto la persona del presidente Piñera. Merece todo el apoyo porque está enfrentando una situación que a cualquier presidente le sería muy difícil.

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La responsabilidad de ser un Matte

—¿Es justo que se creen una especie de aristocracias basadas en la herencia? ¿estaría dispuesto a apoyar un impuesto a la herencia?
—Nuevamente hay que pensar si es una buena política pública o no.

Además, en el ámbito familiar, señala con firmeza que no es un peso tener el apellido Matte.

Me siento orgulloso de mi familia, de todos los que la componen, lo que han hecho en el pasado, con sus luces y sombras. Ese dolor que tuvimos con lo que paso en CMPC fue muy doloroso, muy fuerte, se hicieron cambios profundos”, reflexiona.

—Su mamá dijo que le daba mucha vergüenza.
—Bueno, por supuesto. ¿A quién no le habría dado vergüenza que una empresa que nos llena de orgullo, en una filial se haya cometido el peor de los abusos que comete una empresa? Que es dañar la libre competencia. Eso para mí es una fuente de aprendizaje. Es muy doloroso que haya ocurrido eso. El camino va a ser largo, la página nunca se va a dar vuelta (…) Hoy día está en un camino súper sistemático, responsable, a ratos silencioso, de recuperar la confianza de sus consumidores, de sus accionistas, de sus trabajadores y de la sociedad.

—Su mamá decía que llevar el apellido Matte era una responsabilidad muy grande, de que si bien era una familia de recursos, no había que hacer ostentación. ¿Qué le dice a sus hijos?
—Lo mismo, afortunadamente tengo una familia que está lejos de la ostentación. Yo creo que la austeridad, humildad, que muchas veces se reprocha, yo creo que es bueno. El empresariado chileno es muy comprometido con Chile y hoy lo veo doblemente comprometido.

Es por ello por lo que revela que no vive con culpa y que tampoco tiene ningún complejo. No obstante, confiesa que su mayor dolor sigue siendo haber vivido de cerca la crisis de CMPC.

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