El asilo otorgado a Ricardo Palma Salamanca, ex frentista que escapó en 1996 de la Cárcel de Alta de Seguridad, ha levantado distintos cuestionamientos con respecto a las relaciones que Chile tiene con Francia.
En particular, la falta de embajador en el país europeo podría significar un problema cuando ocurren este tipo de situaciones.
El jueves 8 de noviembre pasado, el canciller Roberto Ampuero aseguró que se encuentran “trabajando en el nombramiento del embajador o embajadora”. Esto, ya que en los ocho meses de Gobierno aún no se designa alguien en ese puesto.
Embajada chilena en Francia, post dictadura
El escritor Jorge Edwards, quien fue embajador en Francia durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, asegura que “los franceses no confían en que en Chile exista un Estado de derecho, una Constitución, un sistema judicial, ese es el fondo del asunto”, consigna La Tercera.
En lo que respecta al caso de Ricardo Palma Salamanca, Edwards cree que “siempre, la reacción inmediata francesa -cuando hay un tema con Chile- es que aquí manda Pinochet. No saben que Pinochet murió, no están seguros“.
En parte, esto se vio abalado por la cancillería francesa, luego que señalaran que “el caso de Ricardo Palma Salamanca nos remite a la historia de Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet”, aún cuando ya estaba Patricio Aylwin en el poder.
Sin embargo, también es cierto que en alguna medida el propio Estado de Chile no ha sabido mejorar sus relaciones con Francia.
Si consideramos los últimos 24 años, Chile ha designado solo a un diplomático de carrera como embajador.
Es por eso que resulta necesario recordar cómo se han llevado a cabo las relaciones entre Chile y Francia en las últimas décadas.
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En 1990, el presidente Patricio Aylwin designó a José Miguel Barros como embajador en Francia. En aquel entonces, el presidente de ese país era el socialista François Mitterrand. Barros, por su parte, había sido embajador de Chile en Estados Unidos durante la dictadura.
Esto llevó a que la administración francesa de esa época tomara más de tres meses en darle el visto bueno, algo que se ha entendido como una señal de molestia de parte del gobierno francés.
En los cuatro años que Barros se desempeñó como embajador no tuvo muchos contactos con autoridades francesas. “Desde ese momento comienza el distanciamiento de Francia de la transición chilena”, aseguró un excanciller chileno, según consigna La Tercera.
Embajada de Chile en Francia.
Ya en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se designó en 1994 como enviado de Chile a José Manuel Morales, quien luego de no poder asumir un puesto en el directorio de Codelco -según consigna el medio mencionado-, se habría conformado con esta embajada.
Hacia finales del siglo XX, Chile se encontraba firmando un acuerdo de libre comercio con países de la Unión Europea. Sin embargo, Francia era el único país que se negaba a firmar.
Así, en 1997, Morales dejó el puesto y Cancillería envió a Fabio Vio, el único diplomático de carrera que Chile ha tenido en Francia en las últimas décadas.
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El ex embajador en Francia, Fabio Vio.
Si bien las relaciones con el gobierno, del entonces presidente francés Jacques Chirac, no eran malas, el apoyo que Francia entregó a la detención de Augusto Pinochet en Londres complicó la situación.
El juez francés Roger Le Loire incluso abrió una causa judicial contra el dictador chileno y miembros de la Dina, a raíz de la desaparición de cinco ciudadanos chileno-franceses.
“Para los franceses no era fácil entender los gestos que se debieron hacer en la transición”, aseguró Vio a La Tercera.
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Luego vendría el gobierno de Ricardo Lagos, cuyos enviados también fueron más cercanos a la política que la diplomacia: Marcelo Schilling -actualmente diputado PS- y Hernán Sandoval -médico de profesión-.
Lo mismo ocurriría en los gobiernos de la ex presidenta Michelle Bachelet y en el primer mandato del presidente Sebastián Piñera.
De momento, la extradición de Ricardo Palma Salamanca será analizada por los tribunales franceses en diciembre próximo, luego que revisen la idoneidad del asilo otorgado por la Oficina Francesa de Protección a Refugiados y Apátridas.
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